Nicanor Parra ante la historia

Publicada con urgencia periodística, Nicanor Parra, rey y mendigo quizás sea lo mejor que ha escrito Gumucio: una investigación enorme, hecha de innumerables lecturas y entrevistas, que deviene en un ensayo que a la vez es un testimonio del propio biógrafo. Aunque Gumucio empieza y termina el libro hablando de él, documenta su fascinación ante este “maestro terrible del siglo XX”.

por Roberto Careaga C. I 26 Febrero 2019

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De pronto, Rafael Gumucio lanza una idea inquietante sobre Nicanor Parra: “Es difícil convencer a un señor de 100 años de edad, en un país que solo tiene 200, de que la historia no es un asunto personal”. La frase, que aparece en el último tercio de su biografía Nicanor Parra, rey y mendigo, viene a subrayar no solo la inverosímil longevidad del antipoeta. También subraya que esta es la historia de un hombre que tuvo la conciencia de que su vida no estaba del todo sujeta a los vaivenes de la historia, sino que él era capaz de empujar la dirección de esos vaivenes y hacer de la tan corta historia de Chile, su historia.

Parra se ha sobrepuesto a todo lo imaginable para un poeta chileno y latinoamericano del siglo XX: la pobreza, el imperio de Neruda, la poesía chilena y los poetas chilenos, el marxismo, la Unidad Popular, la dictadura de Pinochet, la burocracia cultural de los 90, el dinero, la fama…

Publicada con urgencia periodística, Nicanor Parra, rey y mendigo quizás sea lo mejor que ha escrito Gumucio: una investigación enorme, hecha de innumerables lecturas y entrevistas, que deviene en un ensayo que a la vez es un testimonio del propio biógrafo. Aunque Gumucio empieza y termina el libro hablando de él, documenta su fascinación ante este “maestro terrible del siglo XX”. Y como un investigador que sospecha que no logrará resolver el enigma, sigue las huellas de la larga ruta del poeta buscando pistas para entenderlo: de San Fabián de Alico hasta Las Cruces, de Chillán al Internado Barros Arana, de Santiago a Estados Unidos, de Oxford a la Unión Soviética, de Cuba a La Reina, Gumucio avanza zigzagueante, pidiendo ayuda por allá y por acá, entablando conversaciones infructuosas con el mismo Parra, intentando entender cómo ese hombre esquivo y paranoico, por décadas silencioso y retraído, mezcló el idioma popular del campo chileno con el surrealismo, la física cuántica y las lecciones de Duchamp, para crear un idioma propio que le permitió subvertirlo todo.

“Nicanor, Nicanor”, repite un día en el Tavelli el poeta y teórico Ronald Kay ante Gumucio. Están ahí para hablar de Parra, pero acaban de concederle al poeta el Premio Cervantes y Kay, que estuvo casado con su hija Catalina, solo se ríe repitiendo su nombre. Gumucio sabe interpretarlo: “Lo logró, viejo zorro, lo logró”. No se trata solo del premio: a esas alturas, el año 2011, Parra se ha sobrepuesto a todo lo imaginable para un poeta chileno y latinoamericano del siglo XX: la pobreza, el imperio de Neruda, la poesía chilena y los poetas chilenos, el marxismo, la Unidad Popular, la dictadura de Pinochet, la burocracia cultural de los 90, el dinero, la fama… incluso la maldita bendición de ser un Parra en el país de Violeta la ha tergiversado a su favor, y todo el espectro cultural y político lo mira como un tótem antojadizo, enigmático y genial. Y si bien ese recorrido es más o menos conocido, lo que Gumucio documenta es que Parra siguió ese camino llevando la contra, haciéndose el leso, guardando silencio, resistiéndose, yéndose siempre por el camino inesperado.

Como sabemos, la antipoesía es un modo de rebelión literaria. Lo que esta biografía viene a esclarecer es que se trata también de un modo de rebelión vital: un credo que el poeta perfeccionó hasta llegar a desactivar casi todas las prácticas tradicionales. Como amante, esposo, padre o amigo, Parra no siguió los patrones de ninguna de las épocas en que vivió. Siguió un camino personal y libre, aunque también carísimo: dejó una estela de heridos, vencidos y olvidados. Él es la montaña rusa. Es el poeta insurrecto, capaz de extender con tanta fuerza aquel impulso que como intelectual y ciudadano reordena el acontecer público. La historia para Parra es personal, dice Gumucio, hablando de su oscuro rol durante el Golpe del 73, y así se lo ve al leer esta biografía: bajo las agitaciones sociales, políticas y culturales del siglo XX en Chile, la iconoclasta respiración de Parra prefiguraba un futuro. Casi lo creaba. Instituía un acontecer histórico en que la ironía resulta un antídoto para sobrellevar el sinsentido.

 

Nicanor Parra, rey y mendigo, Rafael Gumucio, Ediciones UDP, 2018, 491 páginas, $17.000.

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