Patti Smith: “Probablemente no pueda cambiar lo que los gobernadores están haciendo, pero sí puedo irradiar esa fortaleza que tengo y ayudar a otros”

La artista norteamericana se presentó hoy en el gimnasio de la Universidad Diego Portales como invitada a la Cátedra Abierta en Homenaje a Roberto Bolaño. Frente a 600 personas, habló de su relación con el arte, la contingencia política y también interpretó dos canciones junto a su guitarrista Lenny Kaye.

por Matías Hinojosa I 18 Noviembre 2019

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Hoy la Cátedra Abierta en Homenaje a Roberto Bolaño, de la UDP, vivió una de sus jornadas más especiales y concurridas. Frente a un auditorio de 600 personas, Patti Smith habló por cerca de una hora con el académico Rodrigo Rojas sobre su vínculo temprano con el arte, su paso por el Hotel Chelsea junto a Robert Mapplethorpe y el compromiso que ha adquirido en la lucha contra el cambio climático.

Pasadas las 11:30 de la mañana, la cantautora subió al escenario en medio de una ovación, recordándonos que no estábamos ante una escritora cualquiera, sino que ante una de las leyendas vivas más importantes del rock: la llamada “madrina del punk”. Vestida de traje negro, con polera blanca y bototos, Smith comenzó agradeciendo el caluroso recibimiento del público -el cual celebró con vítores casi cada sentencia de la invitada-, para luego hablar sobre sus proyectos presentes. “Estoy trabajando en un álbum de poesía improvisada y en un libro de ficción sobre el cambio climático”, respondió a Rojas.

Enfocándose en aspectos biográficos de la artista, Smith comenzó recordando sus primeros acercamientos con la cultura y la expresión creativa. “Cuando tenía siete u ocho años yo quería ser cantante de ópera, quería cantar Puccini, pero realmente no tenía ningún talento, solo el sueño de hacer algo sobre los escenarios”. También contó cuando a los 11 años descubrió a Picasso en un museo, calificando aquella experiencia como un “encuentro en persona con el arte”.

Frente a esta mezcla de intereses que convergen en ella, afirmó: “Me gusta ser libre. La gente a veces me dice ‘tú eres una punk ¿y te gusta la ópera y la música pop?’. Para mí el rock es libertad, no tiene reglas. No me gusta que me digan ‘artista femenina’ o ‘rockera’, yo soy una trabajadora y no me gustan las etiquetas”.

Pasando a recordar sus años profesionales, hizo comentarios sobre sus celebrados libros de memorias (Éramos unos niños, M Train y el reciente Year of the Monkey), deteniéndose en el primero de ellos, en el que repasa su relación con el fotógrafo Robert Mapplethorpe, con quien vivió en el mítico Hotel Chelsea. Por esos años, a finales de los 60, también entró en contacto con los escritores William Burroughs y Allen Ginsberg, los que se convertirían en importantes amigos suyos.

 

 

 

“Tuve mucha suerte de poder estar entonces en el Hotel Chelsea. Estuve ahí con Robert en el año 69”, dijo. “La lección más duradera que él me dejó fue la confianza en mí misma. La primera vez que lo vi no me sentía para nada confiada en mí y Robert sí creía en sí mismo. Desde entonces, cuando me siento confiada escucho a Robert en mi oído. Y de Burroughs recibí una lección muy bonita también. Yo le pregunté a William si es que tenía algún consejo para mí cuando era joven y él me dijo ‘mantén tu nombre siempre limpio’. Él me instó a no avergonzarme de mis creencias. Por su parte, Ginsberg me enseñó la importancia de ser activista. Todos los seres humanos deberían ser activistas, protegiendo el medio ambiente, a los niños, la justicia social. Esa es una responsabilidad humana”.

Luego se refirió a cómo vive hoy con el recuerdo de sus amigos. “Es muy triste que estos tres hombres estén ya muertos, pero están vivos en mí. Yo siempre pienso en ellos, casi todos los días. Por ejemplo, esta mañana estuve viendo una foto mía con William. Siempre están conmigo y lo que me enseñaron nunca se ha ido”.

Uno de los momentos más emotivos de la charla ocurrió cuando Rodrigo Rojas le preguntó por el libro Space Invaders, de la autora nacional Nona Fernández, el que Smith ha apuntado últimamente como uno de sus libros favoritos. La escritora chilena, sentada entre el público, fue invitada a subir al escenario después de que los asistentes alertaran sobre su presencia, donde la cantautora la recibió con enorme alegría y besándole una de sus manos. “Gracias, tenemos que hacer que se traduzcan todos tus libros para que los leamos”, le dijo la norteamericana.

Al final de la conversación, se trató la contingencia política y la artista emprendió un discurso en el que invitó a no perder la alegría y el entusiasmo, pese a los problemas medioambientales y las injusticias que hoy remecen el mundo. “Yo me dije una vez ‘no importa lo que pase en el mundo yo tengo el derecho de experimentar la alegría de ser humano, de poder hacer mi trabajo’. Perdí a mi esposo, a mi hermano, a mi pianista, a mis padres, a casi todos en un mismo momento, pero tengo hijos, tengo un trabajo, tengo mucho entusiasmo y posibilidades. Y no voy a dejar, no importa lo que esté pasando a mi alrededor, que me dicten lo que debo hacer (…) No voy a sentirme imposibilitada. Yo probablemente no pueda cambiar lo que los gobernadores están haciendo, pero sí puedo irradiar esa fortaleza que tengo y ayudar a otros”.

Para cerrar, la mujer detrás de Horses invitó a su guitarrista Lenny Kaye, con el que interpretó dos canciones, siendo la última de ellas “People Have the Power”, despidiéndose de un público eufórico como si todo hubiese sido un verdadero concierto de rock.

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