Murió Joao Gilberto Noll

por Álvaro Matus

por Álvaro Matus I 4 Abril 2017

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A manera de homenaje del gran escritor brasileño fallecido el 29 de marzo, publicamos el prólogo de Bandoleros, que fue su segundo libro traducido al español, el año 2007. Desde la aparición de Lord, la editorial Adriana Hidalgo ha sacado cinco novelas de quien supo sumergirse en los abismos de la experiencia humana para crear una de las obras más inquietantes, perturbadoras y radicales de las últimas décadas.

por álvaro matus

Cada cierto tiempo nos sorprendemos con un escritor brasileño. Machado de Assis, Rubem Braga, Clarice Lispector, Dalton Trevisan y Rubem Fonseca son nombres que permiten vislumbrar la riqueza y excentricidad de una literatura todavía desconocida para la mayor parte de los lectores hispanoamericanos. Ahora llega el turno de Joao Gilberto Noll, un autor que ha sabido sumergirse en los abismos de la experiencia humana para crear una de las obras más inquietantes, perturbadoras y radicales de las últimas décadas. Sus textos, 13 hasta la fecha, borran las fronteras entre prosa y poesía, entre ficción y autobiografía, entre alta cultura y géneros populares. Esta resistencia a dejarse catalogar por esquemas tradicionales es en sí una afirmación de su individualidad.

Dos temas, o mejor dicho dos obsesiones, atraviesan la narrativa de Noll: el viaje y la disolución de la identidad. Sus personajes, a menudo sujetos desorientados, parecen huir de la familia, de la pareja y del trabajo, como si en ese movimiento fuera posible encontrar algún resto de silencio, de equilibrio, quizá un encuentro verdadero.

A la literatura llegó en la adolescencia, después de abandonar la educación musical. Quizá por ello, uno de los aspectos que primero llama la atención al leer una página suya es la elasticidad de su prosa. Las frases bien podrían ser tomadas por serpientes que se estiran o contraen de acuerdo a un ritmo secreto: la lógica interna del relato.

Noll también ha sido periodista, profesor y en su país goza de un inmenso prestigio. Pasó muchos años en Río de Janeiro, pero hoy vive en Porto Alegre, la ciudad donde nació. Los numerosos reconocimientos que ha obtenido, así como el creciente interés por traducir su obra, dan cuenta de la proyección internacional de un narrador que, hasta hace unos años, era considerado un autor de culto.

Dos temas, o mejor dicho dos obsesiones, atraviesan la narrativa de Noll: el viaje y la disolución de la identidad. Sus personajes, a menudo sujetos desorientados, parecen huir de la familia, de la pareja y del trabajo, como si en ese movimiento fuera posible encontrar algún resto de silencio, de equilibrio, quizá un encuentro verdadero. Sin embargo, lejos de convertirse en una experiencia enriquecedora, el vagabundeo adquiere un carácter absurdo, como esos sueños espesos y pegajosos que resultan intolerables. La vida de los protagonistas se va deshilachando como una alfombra vieja, sin posibilidad de agarrar ni siquiera una hebra. Y la memoria, más que un baúl, es una naranja seca. El protagonista de Lord, un escritor que nada más llegar a Londres se ve tentado ante la posibilidad de ser otro, confirma ante el espejo que su rostro ya le parece extraño: “No había apego especial por esa figura, tal vez alguna lejana simpatía como por un pariente al que no se ve hace mucho, pero con quien hubo alguna intimidad en la infancia. Alguien con quien podemos convivir por algunos minutos sin pesar o infortunio, pero que luego podemos dejar de lado en procura de otra identidad que insiste en escapársenos”. En Rastros do Verao, el deterioro interno del narrador es igual de evidente: “Yo me acercaba a él sintiendo que me faltaban los recuerdos. Mi pasado en Porto Alegre era una abstracción más”.

En la mejor tradición de la literatura contemporánea, Bandoleros acentúa la incertidumbre existencial: vemos lo que ocurre, pero jamás sabemos por qué ocurre.

Bandoleros, publicada originalmente en 1985 y rescatada ahora por Adriana Hidalgo, sitúa nuevamente a los personajes en un espacio indefinido, fuera del ámbito de la razón y la locura, como ocurre en las películas de Godard o en las novelas de Beckett. La voz narrativa es la de un escritor de escaso éxito que, un domingo cualquiera, siente “una necesidad loca de salir”. El viaje físico se transforma en un recorrido mental donde no estará ausente la violencia, el erotismo y la muerte. Entre los personajes que se cruzan con el protagonista, destacan el saxofonista ciego que vive en una pensión abandonada, el poeta adolescente que postula que el suicidio es el gesto literario por excelencia, y Steve, un norteamericano delirante, hijo de cónsul, que a medida que bebe cachaza recuerda que todo se vino abajo después de que lo encerraran en el psiquiátrico. También recuerda el disparatado viaje a Estados Unidos, cuando su matrimonio daba los últimos estertores, y guarda como reliquias unas pocas imágenes de las que se puede extraer algo de calor: el beso de Jill mientras la nieve caía sobre Boston, su amigo Joao esperándolo en el aeropuerto, una luminosa mañana en el Parque de la Redención.

En la mejor tradición de la literatura contemporánea, Bandoleros acentúa la incertidumbre existencial: vemos lo que ocurre, pero jamás sabemos por qué ocurre. ¿Cuál es la enfermedad de Joao? ¿Qué motiva al protagonista, realmente, a viajar a Boston? ¿Qué busca Steve en Brasil? El ritmo fragmentado y las alteraciones temporales potencian la sensación de simultaneidad, de urgencia, como si todo ocurriera al mismo tiempo, con una intensidad arrebatadora que deja, que nos deja, sin aliento.

Otros títulos destacados del autor

Harmada

Un ex actor escondido en un asilo se consuela con el proyecto de una obra de teatro. Quiere volver a Harmada, su ciudad de origen, pero se ve retenido en una parálisis de la cual solo el arte lo ampara. Al narrador de esta novela los pensamientos lo asfixian. Harmada, su ciudad, viene a resguardarlo de esta vaguedad, porque allí está la posibilidad de una esperanza.

Lord

Un viaje a Londres comienza a operar en el protagonista de esta novela una extraña mutación, al punto que empieza a vivir como si fuese otro. El relato inquietante de esta metamorfosis tiene como marco los contrastes de la ciudad inglesa, que van de la exquisitez a la abyección y el crimen.

A cielo abierto

Para ayudar a su hermano enfermo, el protagonista de esta novela emprende un viaje en busca de su padre militar. La soledad, los romances frustrados y el tedio de la ciudades vacías en verano dan el marco a esta historia.

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