Nanni Moretti: “Miro mi mundo con afecto, pero también con ironía y maldad”

El director italiano conversó con el escritor argentino Alan Pauls como parte del ciclo La Ciudad y las Palabras. Durante el encuentro, el realizador hizo un repaso casi completo de su carrera, refiriéndose a su estilo personal de concebir el cine y a su faceta como espectador. Compartimos a continuación algunos de sus comentarios más destacados.

por Matías Hinojosa I 19 Abril 2017

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Reírse de uno mismo

“Mis películas son pedazos de vida. Siempre reflejan mis sentimientos sobre un momento. Yo hablo de mí mismo, de mi mundo, de lo que conozco. Y era natural que me tomara el pelo, que me riera de la izquierda y de la burguesía, que son los lugares a los que pertenezco. Cuando hice una película sobre un papa deprimido (Habemus Papam), lo que estaba haciendo realmente era hablar de mí, porque cada una de mis películas representa un capítulo de una única historia”.

“Mi generación era muy dogmática, incapaz de reírse de sí misma. Mi primera película fue un intento por hablar de mi generación, pero más allá de los estereotipos. Miro mi mundo con afecto, pero también con ironía y maldad”.

Primero espectador

“El ser espectador fue muy importante para mi formación como director. Mis referencias están en el cine de autor de los 60 y no solo italiano, sino que también de la Nouvelle vague, del Free Cinema de Inglaterra o el trabajo de Glauber Rocha en Brasil. Esas películas fueron muy importantes para mí porque buscaban un modo diferente de hacer cine y, por otra parte, se atrevían a imaginar una sociedad distinta. Es decir, rechazaban todo lo que habían recibido como herencia. Hasta 1981 era un espectador de tipo brechtiano. Mi relación con las películas era analítico e intelectual. Sin embargo, ese año cambió mi manera de ver cine. La mujer de al lado, de Truffaut, fue la que me hizo poner en valor el componente emotivo. Recuerdo que cuando la vi me quedé pegado a la butaca. En ese momento no me pareció de mal gusto emocionarme, ni dejarme sensibilizar por la película. Esa experiencia me hizo cambiar como espectador, pero también como director”.

Todo sigue igual

“Relatar las neurosis no tiene nada de terapéutico. Al final todo sigue igual que antes. Por ejemplo, en Mia Madre hablé de la muerte de mi propia madre y eso no me sirvió para nada”.

Malas películas

“Para un aspirante a director es fundamental ver malas películas. Eso le ayudará a descubrir lo que no le gusta. Cuando se está creando no es tan importante saber lo que se quiere, sino que tener claridad sobre lo que no queremos hacer. No hay temas serios ni importantes, con cualquier argumento se puede hacer una buena película”.

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