Artículo publicado en The New Criterion
por I 25 Mayo 2018
Viviendo una profunda crisis económica que lo obligó a dejar el país debido a sus deudas, Dostoievsky comenzó a escribir El idiota para publicarlo por capítulos en el periódico The Russian Messenger. En 1868 envió a Katkov, su editor, los primeros capítulos de la novela, los cuales tuvieron buena recepción por parte del público. En ellos se ponía a prueba la santidad del protagonista, el príncipe Myshkin, en situaciones psicológicas complejas.
Al ser publicada de manera serializada, el escritor no sabía realmente qué pasaría a continuación y mucho menos cómo terminaría. Esta escritura sin estructura –o aparentemente sin estructura– hizo que a lo largo de la novela, se plantearan misterios que muchas veces no terminan de resolverse, y que se encuentran ahí como material por si el autor no encontraba algo más que escribir. Por lo mismo, Dostoievsky la nutrió con elementos de su propia vida, como su condición de epiléptico y a su casi ejecución, de la cual fue salvado gracias a la misericordia de último momento del zar Nicolás.
Dostoievsky descubrió la forma de representar la libertad de una manera completamente nueva. Su idea del proceso se le ocurrió en el mismo proceso, al darse cuenta de que escribir sin un plan era la mejor manera de representar la apertura del tiempo, sin el determinismo clásico que entregaban las estructuras narrativas más clásicas.
Revisa el texto completo publicado por The New Criterion: https://www.newcriterion.com/issues/2018/5/the-idiot-savant-9753