Tardes de cine

por Samuel Salgado Tello I 28 Agosto 2025

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Hubo un tiempo en que ir al cine era quedarse. Pagabas una entrada y podías pasar la tarde entera viendo películas, tráileres, noticieros. Era el rotativo. Comenzaba a las 11 de la mañana y salías en la noche, luego de la última función de las 21:30 horas. El centro de Santiago ofrecía esa posibilidad: una ciudad paralela, de salas oscuras, dulces y bebidas que dejabas rodar desde el fondo de la sala hasta el telón, con murmullos y de fondo el persistente sonido del proyector.

En un momento llegaron a funcionar hasta 48 salas solo en el centro. Eran más de 21 mil butacas disponibles. Un circuito que construía un damero entre la Alameda y Compañía con cines en las calles Moneda, Bandera, Agustinas, Estado, Puente, Matías Cousiño, Miraflores y Huérfanos. Paseando por el centro se podía conocer completa la cartelera, en cines con nombres de otro tiempo: Alfil, Capri, Metro, Grand Palace, Ritz, Roxy, Nilo, Windsor. Habían salas para niños, salas para adultos, salas para todos. Y había fotos, afiches y tipografía sobre cartones de colores con títulos, actores y, a veces, la calificación de la película.

Una de las fotografías muestra la marquesina del cine Lido-Kinopanorama. Y el título de la película: El tambor. Era junio de 1980. La película había ganado Cannes, el Oscar. Pero en Chile supo del peso de la censura: fue excluida por la Universidad Católica de su festival de enero, por “ir contra la moral cristiana”, y no se exhibió en su sala de 280 butacas. La película fue el segundo éxito de taquilla del año: más de 250 mil espectadores, por sobre Apocalipsis ahora, Alien, Doña Flor y sus dos maridos, Blancanieves y La jaula de las locas.

Otra imagen registra la entrada del cine Huelén. Es julio de 1981. No hay adultos. La película es Peter Pan. Un reestreno de la versión de Walt Disney de 1953. En el reverso de la foto, un periodista escribió: “Dibujos animados de impresionante colorido”. En una sala de 446 butacas, el cine para niños era de viejos estrenos, pero como hoy, aún era Disney.

Una tercera fotografía muestra una fila en el Cine Ducal. También es 1981 y se estrena La laguna azul. Brooke Shields y Christopher Atkins protagonizan una historia de náufragos, cuerpos al sol, deseo y pudor. Era una película para mayores de 14, pero todos querían verla. La crítica de cine Yolanda Montecinos escribió en el diario La Nación sobre “la violencia y el sexo en cartelera”. Y en el mismo diario se informaba que Brooke Shields asistía a misa. Fue la segunda película más vista del año, solo superada por ¿Y dónde está el piloto? Dejó atrás a El imperio contraataca, Superman II, Desde el jardín y Gente como uno.

En esta selección también se observa una vista parcial del interior del cine Santa Lucía, una sala que nació en 1936 y que en los años 60 brilló por su pantalla Súper Cinerama, curva, gigante. Una tecnología norteamericana que competía con el Kinopanorama, de origen soviético. La Guerra Fría en el Centro de Santiago.

Estas fotografías provienen de una carpeta rotulada como “Cine” en los archivos del diario La Nación. No son solo documentos gráficos de un pequeño acontecimiento. Son fragmentos que recuerdan lo menores y mayores que fuimos. Una manera de mirar el mundo cuando afuera todo se cerraba.

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