Poner el cuerpo

Como una de las grandes representantes del periodismo gonzo, en Sexografías Gabriela Wiener narra distintas experiencias sexuales para poder pensarlas desde adentro. Su método no rehúye los complejos, miedos y celos, así como tampoco sus fantasías y morbo.

por Sebastián Duarte Rojas I 29 Abril 2024

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Tras el éxito de Huaco retrato (2021), la escritora peruana Gabriela Wiener volvió con una reedición de uno de sus primeros libros, Sexografías, publicado originalmente en 2008. Como anuncia el título, las crónicas recopiladas en este tomo tratan sobre sexo, pero en términos más amplios, sobre el cuerpo. Sobre varios cuerpos y un cuerpo en particular, el de la autora, a través del que pasan las distintas experiencias que relata.

El protagonismo de la corporalidad explica las tres secciones en que se organiza el libro: “Otros cuerpos”, “Sin cuerpo” y “Mi cuerpo”. La primera incluye crónicas sobre su estadía con un gurú sexual y su harem, su visita a una prostituta peruana trans en Francia, un taller sobre autoconocimiento vaginal, una entrevista con un famoso actor porno español y otra con una mujer sadomasoquista; la siguiente, sobre un local nocturno de espectáculos sexuales en Barcelona, los shows pornográficos por webcam, los tatuajes carcelarios, los problemas sexuales de una iguana, la reproducción artificial de los cerdos y el llanto al momento del orgasmo; y la última, sobre los experimentos de la escritora con la ayahuasca, su donación de óvulos en Europa, la remoción de su mamas supernumerarias, su excitación durante el embarazo, su búsqueda del squirt, su primer encuentro sexual con su esposo tras el covid y su paso por un club de swingers.

Además de esa nueva estructura, en esta edición se incorporan algunas crónicas nuevas, hay otras que quedaron fuera y se agrega un prólogo de la escritora argentina Camila Sosa Villada. “Tengan a mano el lubricante”, remata aquel breve texto introductorio de manera algo engañosa, dado que entrar en este libro con la intención de excitarse sería como hacer lo mismo en una playa nudista. Por desgracia, esa incoherencia deja la impresión de que la elección de Sosa Villada puede deberse sobre todo a un intento por defenderse de las críticas que despertaría en la actualidad el uso políticamente incorrecto de pronombres en una de las crónicas (“Trans”).

Varios de estos textos de Wiener fueron publicados con anterioridad en medios periodísticos, pero al incluirlos en el libro la escritora añadió notas al pie que actualizan y rectifican los relatos, mostrándonos aún más. Estas notas dejan ver que, pese a la intención declarada de contarlo todo sin tapujos, es difícil no reprimirse y esconderle uno que otro secreto a los lectores, como hizo en las crónicas “Gurú y familia” o “Nacho se lo monta con quince”. Pero también dejan ver una especie de método: “Sé que la única forma de ser fiel al espíritu y realidad de esta historia o de cualquier otra es dejarme llevar por el azar, fluir con las situaciones y las personas, de una manera que no podría si lo hiciera presentándome como periodista. Por eso es tan importante que (…) se viera mi desnudez, mi ridículo, mis miedos y complejos, mis celos, pero también mi curiosidad, mis fantasías y mi morbo”.

Lo que hace Gabriela Wiener es una especie de antropología íntima del (y desde el) cuerpo, a través de la que pone a prueba ciertas tesis ―como el continuo uso pagado de cuerpos latinoamericanos en Europa, ya sea por medio de la prostitución o la donación de óvulos en España, con el temor de algunos padres de que su descendencia tenga rasgos amerindios―, pero también se cuestiona a sí misma en aquel proceso.

En Huaco retrato, la escritora abordó los paralelos de su propia vida con la de su (posible) antepasado europeo, el explorador Charles Wiener, al que critica desde su perspectiva feminista y poscolonial, pero con quien no puede evitar sentir empatía, especialmente respecto a su escritura. Y en Sexografías, como una de las grandes representantes del periodismo gonzo, se adentra poniendo el cuerpo por delante en cada una de estas experiencias para narrarlas desde todos los sentidos, pero también para poder pensarlas desde adentro.

De manera paradójicamente similar a su tatarabuelo cronista, arqueólogo y etnógrafo, lo que hace Gabriela Wiener es una especie de antropología íntima del (y desde el) cuerpo, a través de la que pone a prueba ciertas tesis ―como el continuo uso pagado de cuerpos latinoamericanos en Europa, ya sea por medio de la prostitución o la donación de óvulos en España, con el temor de algunos padres de que su descendencia tenga rasgos amerindios―, pero también se cuestiona a sí misma en aquel proceso, como en la crónica que cierra el libro, que la lleva a reflexionar sobre el temor a no ser tan liberal como se piensa o la ética detrás de la experiencia que está viviendo.

Sus textos, escritos con una frescura e inteligencia que se agradecen, responden a una investigación empírica y profunda”, comentó la escritora mexicana Guadalupe Nettel respecto de la primera edición de este libro. Por suerte, la reedición de Sexografías conserva esa frescura e inteligencia, y permite acceder a varias de las mejores crónicas de Gabriela Wiener, una autora que sabe hablar de estos temas como nadie.

 


Sexografías, Gabriela Wiener, Literatura Random House, 2023, 192 páginas, $15.000.

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