Grimes: la diferencia entre Napoleón y todos los demás

por Constanza Gutiérrez

por Constanza Gutiérrez I 21 Junio 2018

Compartir:

Desde el año 2009, la canadiense Claire Boucher ha estado haciendo música bajo el pseudónimo de Grimes. Compositora y productora de todos sus trabajos, Grimes combina la música pop y un imaginario extraño —¿quién hubiera pensado que el medioevo podría ser cool?—, para crear un producto fuera de serie: no se trata solo de música, sino de una estética completa, reflejo de nuestros tiempos.

por constanza gutiérrez

Grimes (pseudónimo de la canadiense Claire Boucher, n. 1988) ya había hecho dos discos (Geidi Primes y Halfaxa, ambos del 2010) cuando el sello 4AD —el mismo de Pixies y Cocteau Twins— se fijó en ella para editar su tercer LP, Visions, en 2012. Tenía 24 años y su fama en el circuito independiente se disparó: Pitchfork dijo que el primer single del disco, “Oblivion” —la canción sobre una violación en cuyo video aparece sola, cantando en un estadio, en medio del inútil despliegue de fuerza masculina que es un partido de fútbol americano— era sin duda el mejor de la década; The New York Times afirmó que Visions era el disco del año y la página Metacritic, que hace un promedio de todas las críticas que aparecen en Internet, puntuando de cero a cien, se basó en cuarenta y dos reseñas para darle ochenta puntos: “Aclamado universalmente”.

Como había hecho con sus discos anteriores, fue ella misma quien compuso, grabó y produjo todas las canciones de Visions, así como también el arte de la carátula. Pero Geidi Primes, partiendo por el título, era un casete repleto de referencias al libro Dune, y ha dicho que Halfaxa era su interpretación electrónica de la veneración cristiana de Edad Media, donde experimenta con su voz y el tono (y el tiempo por el que puede sostenerlo) sin preocuparse por la estructura tradicional de una canción. Visions, en cambio, es un disco oscuro, pero mucho más amable y digerible, con canciones de estructura típica (verso-estribillo-puente). De su proceso de composición, dice que le tomó poco menos de un mes, tiempo en el que se encerró en una pieza casi sin comer y durmiendo muy poco. “No hay estímulos, entonces tu subconsciente comienza a llenar los vacíos. Empecé a sentir como que estaba conectando con espíritus. Estaba convencida de que mi música era un regalo de Dios. Fue como si supiera exactamente qué hacer después, como si mis canciones estuvieran escritas desde antes”, contó en una entrevista al diario inglés The Guardian.

Antes de Game of Thrones, el medioevo nunca había estado de moda. Con Grimes todas estas cosas se vuelven atractivas, digeribles, quizás porque ha mezclado esas referencias con otras mucho más cercanas al público: Rihanna, Dolly Parton, Mariah Carey, Tool, la estética Tumblr y, muy importante, la filosofía do it yourself, hazlo tú mismo.

Fue en este disco, al parecer, donde encontró su camino. Grimes apela a la justa medida de nostalgia para entregarnos la música que no nos imaginábamos: saca los mejores sonidos de los sintetizadores, crea las mejores bases y ganchos, y el resultado de esto es justo lo que no esperábamos de “la música del futuro”. ¿Quién iba a imaginar que la música del futuro sería algo tan tradicional? Son canciones, ¡cantadas!, ¡con estrofa y coro! Pero distintas. Nuevas. Tal como dijo Hermione Hoby, de The Guardian, “al sonar un poco como a todo lo que has escuchado, la totalidad no se parece a nada que hayas escuchado”.

La propia Grimes describe su música como “post internet” (“La música de mi niñez fue realmente diversa, porque tuve acceso a todo”) y toda su estética es un signo de nuestros tiempos: Asia copió a Occidente durante un buen tiempo, pero Grimes deja en claro que la ola de la primera mitad del siglo XXI va para el otro lado. Lo que propone no es nuevo (a fin de cuentas, es el Barroco), ni sus componentes, pero la mezcla sí: obsesionada con Japón, Mongolia, el animé, The Legend of Zelda, Dune, El señor de los anillos, el catolicismo, la mitología griega y el medioevo (el título Visions es una clara referencia a Hildegard von Bingen), el set podría ser aburrido o peor, infranqueable. ¿Cuántos libros, películas y discos se presentan de esta forma y al público general le resulta imposible entrar en ellos? Antes de Game of Thrones, el medioevo nunca había estado de moda. Con Grimes todas estas cosas se vuelven atractivas, digeribles, quizás porque ha mezclado esas referencias con otras mucho más cercanas al público: Rihanna, Dolly Parton, Mariah Carey, Tool, la estética Tumblr y, muy importante, la filosofía do it yourself, hazlo tú mismo. Puedes hacer tu música, puedes producirla tú mismo, puedes grabar los videos. La tecnología está ahí, a tu servicio. Puedes hacer mercancía de ti mismo.

Antes de Grimes: Claire Boucher

El primer libro que leyó Claire Boucher fue El señor de los anillos. En realidad, el primer libro que escuchó: cuando tenía tres años, su papá comenzó a leerle un poco de este cada noche. Para cuando cumplió cinco ya lo habían terminado, entonces le regaló una lupa para que pudiera leerlo ella misma. Luego encontró en casa Mists of Avalon, de Marion Zimmer Bradley, una novela en la que se relatan leyendas arturicas desde la perspectiva de personajes femeninos.

Nació en Vancouver, Canadá, en una familia de clase media. Sus padres siempre fueron exigentes, criaban a sus hijos para la excelencia: la inscribieron en clases de ballet desde muy niña y eran enfáticos en la importancia de las calificaciones. Digamos que darles a leer El señor de los anillos a los tres años no es subestimarlos. Entonces ocurrió lo que suele pasar: en la adolescencia, Claire se aburrió. Dejó el ballet, se rapó la cabeza, se hizo gótica y empezó a consumir drogas. Sin embargo, ahondar mucho en Claire Boucher sería perder el punto: Claire Boucher trabaja para Grimes. Grimes es lo importante. Y Claire Boucher se transforma en Grimes al mudarse a Montreal.

 

 

Lo que ella misma cuenta es que, al salir del colegio, en el año 2006, y a pesar del período de malas notas y rebeldía juvenil, entró a la Universidad de McGill. Se mudó a Montreal, donde está emplazada, y se inscribió en Literatura Rusa, aunque más tarde se cambiaría a Neurociencia. Alcanzó a asistir, o a faltar, dos años. Había hecho nuevos amigos en Montreal y con ellos había descubierto la música: un amigo le pidió que hiciera los coros para una de sus canciones y se sorprendió al descubrir que no cantaba mal. Entonces le pidió a otro que le enseñara a utilizar GarageBand, y fue ahí cuando empezó a componer sus propias canciones y a tocarlas en fiestas organizadas por sus amigos del colectivo Lab Synthèse, quienes además fundaron un sello llamado Arbutus y editaron sus dos primeros discos. También fue en ese momento cuando encontró el pseudónimo, por casualidad: al abrir una cuenta de Myspace, la plataforma le pedía que eligiera una etiqueta que describiera su estilo. Entre estas etiquetas encontró “Grimes” —que quiere decir “mugre” en inglés—, un género musical que ni siquiera conocía y que, según Wikipedia, consiste en música electrónica que emergió en Londres al comienzo de los 2000. “Mugre” sonaba bien.

A medida que aprendía a componer, faltaba a clases. Recibió varias advertencias antes de la carta de expulsión, que vino junto a la estocada final: en 2008, su amigo David Matthew Peet, cofundador de Lab Synthèse, se suicidó.

A medida que aprendía a componer, faltaba a clases. Recibió varias advertencias antes de la carta de expulsión, que vino junto a la estocada final: en 2008, su amigo David Matthew Peet, cofundador de Lab Synthèse, se suicidó. Boucher renunció a su trabajo, no intentó retomar los estudios y decidió dedicarse a la música a tiempo completo. “Fue como: mierda, puedo morir. Todos podemos morir en cualquier momento. ¿Por qué estoy perdiendo el tiempo? Voy a hacer lo que quiero hacer el resto de mi vida, no necesito dinero”, dijo en la misma entrevista a The Guardian citada antes.

Mercancía pop

Visions fue el disco que hizo de Grimes algo así como una “marca”, un personaje, desafío que, si no se autoimpuso, al menos aceptó: “Solía pensar que centrarse en el aspecto visual era algo demasiado ridículo e insípido, pero me he dado cuenta de que en realidad es una de las herramientas más poderosas que tenemos para trabajar. La forma en la que uno se presenta visualmente dicta todo lo que la audiencia piensa sobre ti. ¿Cuál es la diferencia entre Napoleón y todos los demás? Napoleón tenía una gran identidad visual. Cuando la gente piensa en Napoleón no está pensando en la campaña de Egipto o lo que sea, está pensando en su puto sombrero y su puta mano dentro de la chaqueta”, dijo en una entrevista para la recién desaparecida revista Interview.

Pero no nos confundamos, el tipo de mercancía que es Grimes no es la misma que es Lady Gaga, por nombrar a otra artista pop. A Grimes, o al menos eso nos dice ella, no la dirige un sello. Nadie le dice cómo posar. “Es como si yo fuera Phil Spector y estuviera forzando a una jovencita a hacer música pop y tocarla exhaustivamente. Excepto porque en vez de ser alguien más, esa chica soy también yo”, dijo a Hermione Hoby en 2012. Es ella quien elige su vestuario y ella misma quien actúa y dirige en sus videos. Grimes es una estrella, sí, pero se ve como te verías tú después de un fin de semana encerrado en casa. Sube a Instagram fotos sin maquillaje y sus últimos videoclips conforman un minifilm de 38 minutos, llamado The AC!D Reign Chronicles, el que grabó con la ayuda de su hermano y la cámara de un celular. Y si ya había demostrado que estaba construyendo un personaje con el extraño vestuario, el pelo de colores y la cercanía con la que se muestra al público, con Art Angels, su cuarto disco, lo dejó mucho más claro: Claire Boucher es la escritora y productora; Grimes es su producto, mercancía pop. Y la mercancía, sabemos —y lo sabe ella, cuando habla de la creación de la imagen de Napoleón—, es atractiva y perturbadora a la vez: “La mesa sigue siendo madera, una cosa ordinaria, sensible. Pero no bien entra en escena como ‘mercancía’, se transmuta en cosa sensorialmente suprasensible. No solo se mantiene tiesa apoyando sus patas en el suelo, sino que se pone de cabeza frente a todas las demás mercancías y de su testa de palo brotan quimeras mucho más caprichosas que si, por libre determinación, se lanzara a bailar” (Karl Marx, El Capital).

“En Grimes todo se trata acerca de la marca, de la imagen DIY de la marca. Quiero juntar la ética de Fugazi con Michael Jackson y Beyoncé”, ha dicho la artista.

La jovencita sigue siendo una jovencita, una cosa “ordinaria, sensible”, pero una vez que entra en el escenario es Grimes. A veces, dice, ese personaje no le basta, entonces se sirve de otros: un Michael Corleone gender fluid que ella misma inventó para el video de Kill v. Main, o el Rococo Basilisk, personaje que Boucher no creó, pero del que actuó en el video del primer single de Art Angels, “Flesh without blood”, que viene de una paradoja que intenta hacernos pensar respecto a los potenciales riesgos de desarrollar una inteligencia artificial. Lo que plantea esta idea es que una inteligencia artificial con acceso a recursos ilimitados (el basilisco) podría decidir castigar de manera retroactiva a todos quienes no hayan contribuido a su creación. Y fue un chiste en Twitter sobre este personaje el que, por cierto, la llevó a conocer a Elon Musk, el físico y empresario que asegura que comenzará la colonización de Marte en el año 2022 y con quien se presentó este año en la Gala del Metropolitan Museum of Art. La noticia del noviazgo fue una sorpresa para los fanáticos de uno y otro, y ha significado la toma de nuevas decisiones de imagen: poco después de dejarse ver juntos públicamente y admitir que tienen una relación, Grimes anunció que cambiaría legalmente su nombre oficialmente a “c”, en minúscula y cursiva. “c” como Claire, sí, pero también como el símbolo de la velocidad de la luz.

Es de suponer que gran parte de la historia de Grimes sea una mitificación, o al menos una selección muy bien hecha de las cosas que le han pasado. No obstante, la imagen que propone Grimes es un reflejo de lo que hace con su música: la mezcla indiscriminada de referentes, fusionando lo antiguo con lo moderno. Por ejemplo, historia tradicional de una iluminación —la muerte de su amigo y la consiguiente decisión de dejarlo todo por la música, o los días que pasó encerrada componiendo Visions— junto a la estética do it yourself. Ella misma ha dicho que “en Grimes todo se trata acerca de la marca, de la imagen DIY de la marca. Quiero juntar la ética de Fugazi con Michael Jackson y Beyoncé”. En un mundo que había perdido el punto en la estética (internet ya no permite que haya algo así como un “punk puro” o un “rocker puro”, sino solo mezclas), Grimes se ha convertido en un repositorio de influencias que sí tiene clara su visualidad y que ha ido permeando de a poco, homenajeando elementos que hasta ahora eran pasados por alto por la cultura popular, como Asia o el medioevo. Pero, por supuesto, mientras Occidente mira cada vez más hacia Oriente, mientras el mundo se parece cada día más a Grimes, Claire Boucher ahora cambia su nombre a c y planea ir al espacio con Elon Musk.

 

Palabras Claves

Relacionados

Cómo armé este libro

por Carlos Altamirano

Peregrinación

por Geoff Dyer