Notable diálogo entre épocas, culturas y tradiciones

En Las leyes de la extranjería, el último libro del prestigioso traductor y narrador chileno Adan Kovacsics, se hace presente la alegoría y la mixtura de tiempos históricos, para dar forma a una propuesta de repensar el espacio abierto por la imaginación bajo una matriz política de la literatura, concebida como un acontecimiento social del lenguaje. Se trata de un volumen libre y maravilloso, donde Kovacsics sigue en este sentido la poética de Karl Kraus, para quien el “oído lleno de citas” implicaba revelar las ideologías de su época.

por Jorge Polanco I 26 Noviembre 2020

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Adan Kovacsics nació en Chile en 1953. Después de dejar el país junto a su familia a los 14 años, no volvió más; esta extranjería se ha hecho ley en su trabajo como narrador y traductor. Kovacsics es un escritor que, a través de su larga trayectoria como traductor (con varios premios y reconocimientos internacionales), ha logrado entramar un peculiar estilo narrativo asociado sobre todo a Viena y Hungría. Sin embargo, y a pesar de haber publicado un libro sobre Karl Kraus y dos traducciones de Arthur Schnitzler por Ediciones UDP, es poco conocido en nuestro país. Su forma literaria se presenta alejada de los usos habituales de la literatura chilena.

Kovacsics no puede disociarse de la predilección por lo que traduce. Sería muy largo de detallar, pero entre los más afines a su escritura están Karl Kraus, Arthur Schnitzler, Lásló Krasznahorkai, Imre Kertész, Ilse Aichinger, Victor Klemperer, Adam Bodor, Béla Hamvas y Szilárd Borbély, entre otros. Las leyes de la extranjería es un libro publicado el año pasado, que tiene como objetivo dar cuenta del significado profundo de la migración. Digo “significado profundo” porque no es una novela tradicional de aventuras o viajes, sino más bien de la experiencia radical del “extraño”. Considerando el retorno de las derechas extremas y nacionalistas tanto en Europa como en Brasil o Estados Unidos, estos relatos conforman un modo de hacer visible la tensión con aquellos que no tienen lugar ni origen fijo.

El libro está dividido en estructuras musicales, que agrupan alegorías, relatos imaginarios, fragmentos filosóficos e historias inquietantes. El primer capítulo, llamado “Preludios”, consta de relatos breves, cada cual más extraño en su estructura y mixtura de tiempos históricos, culminando con un poema. Es el capítulo más extenso de Las leyes de la extranjería.

El segundo (“Aria”) es un relato que alterna en algunos pasajes con la reflexión ensayística sobre la palabra. En este capítulo asoma en sordina el conflicto con el lenguaje de herencia judía, donde los libros de Kafka se transforman en personajes de los comentarios. El acto de nombrar es aludido aquí como “lo mágico, lo impenetrable, lo insondable, lo oscuro de la palabra”. Este es desde ya el nacimiento del lenguaje y las metáforas, y de cierta manera alimenta la recuperación precisa de ciertos arcaísmos.

Las leyes de la extranjería es un libro publicado el año pasado, que tiene como objetivo dar cuenta del significado profundo de la migración. Digo ‘significado profundo’ porque no es una novela tradicional de aventuras o viajes, sino más bien de la experiencia radical del ‘extraño’.

El tercer capítulo (“Invención a dos voces”) conforma un intercambio epistolar entre Plotino y Wittgenstein. Este diálogo insólito de anacronismos constituye el horizonte de escritura del libro, donde se difumina la separación entre el pasado y el presente, aunque siempre poniendo atención a la polémica con la situación actual (al modo de Schnitzler). La intención es sugerente: discutir el origen filosófico entre lo Uno y lo Múltiple que da pie a los principios de identidad y diseminación; es decir, nacionalismos y extranjerías.

“Sonata”, el capítulo final, es quizás el más intenso del libro, conformado por dos narraciones en tonalidades musicales: la primera sobre la relación entre familiares de Sudamérica y Europa, y la segunda acerca de personajes con nombres similares y la historia confusa de un asalto a un tren. El tono kafkiano de la historia (para decirlo de algún modo) impide una descripción, pero sí la intención de mostrar la indescifrable trama de la experiencia y los nombres.

En todo este singular y maravilloso libro se hace presente la alegoría, la mixtura de tiempos históricos, una propuesta de repensar el espacio abierto por la imaginación bajo una matriz política de la literatura, concebida como un acontecimiento social del lenguaje. Kovacsics sigue en este sentido la poética de Karl Kraus, para quien el “oído lleno de citas” implicaba revelar las ideologías de su época. Leído desde Chile, por lo demás, incita a darle una vuelta de tuerca a la gran influencia en las últimas décadas de la literatura anglosajona, la abundancia de escrituras sobre el campo cultural, la figura mercantil del autor y las estructuras del realismo ingenuo (en lugar de un realismo crítico y de organización de los materiales) que clausuran las potencias de la narración.

 

Las leyes de la extranjería, Adan Kovacsics, Ediciones del Subsuelo, 2019, 180 páginas, $27.000

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