Sebastião Salgado: la luz y la dignidad

Desde sus inicios, el activismo político y la concientización fueron parte integral de la obra del fotógrafo brasileño, quien falleció el 23 de mayo a los 81 años. El autor de Otras Américas, Trabajadores, África y Éxodos trabajó no solamente para documentar, sino también para abordar las condiciones de vida de los más desamparados, buscando generar la reflexión e impulsar el cambio.

por Amanda Hopkinson I 6 Junio 2025

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El fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, quien ha muerto a los 81 años, produjo impactantes obras de enorme escala y alcance que documentaron temas de importancia global durante más de medio siglo. Descrito a menudo como alguien que trabajaba en una tradición humanitaria o documental, él adaptó ambas a su propio tipo de arte.

Asuntos como el trabajo infantil y las culturas religiosas indígenas fueron recontextualizados en los múltiples temas de sus más de 30 libros y otras tantas exposiciones de inmensa magnitud a lo largo de su vida. Utilizando película en blanco y negro, que él creía que evitaba las distracciones del color, les dio importancia y dignidad a los sujetos que retrataba.

Un único proyecto podría ser perseguido a través de distintos países y continentes, a menudo durante un período de siete o más años.

Su primer libro, Otras Américas (1985), surgió de su deseo de regresar tras años viviendo fuera para volver a ver el continente de sus orígenes.

Las imágenes provienen de todo el sur del continente americano, desde las enormes disrupciones del paisaje natural y urbano hasta los nada sentimentales retratos en primer plano de la población local y los migrantes internos; las representaciones de vidas obreras desde la infancia hasta la vejez.

Las escasas imágenes tienen un pie de foto simplemente con la fecha y el país de origen, en una muestra restringida de la gente del continente y sus vidas, que de otro modo quedarían sin registro. Frente a la riqueza de contrastantes costumbres, persiste la impresión de que las personas son diferentes en todas partes y en todas partes las mismas.

Otras Américas sentó las bases para proyectos posteriores, centrándose en lo particular, al tiempo que abordaba problemas importantes, a menudo recurrentes, de la segunda mitad del siglo XX. La pobreza y el despojo pueden ser parte integral de la vida de los vendedores ambulantes y los niños de la calle, junto con la de los trabajadores de fábricas y rurales. Sin embargo, cada serie va más allá de la documentación de la miseria, dejando espacio para explorar lo que persiste, en la fascinación de Salgado por las prácticas culturales e indígenas y por las continuidades de la vida familiar.

Cada serie va más allá de la documentación de la miseria, dejando espacio para explorar lo que persiste, en la fascinación de Salgado por las prácticas culturales e indígenas y por las continuidades de la vida familiar.

En Trabajadores (1993) ofreció una serie de imágenes, a menudo aterradoras, provenientes de todo el mundo. El proyecto completo, que abarcó 120 países, tardó siete años en completarse. Una imagen en particular, la de mineros del oro vestidos con harapos y cargados con sacos de mineral, trepando descalzos por las paredes de las minas de Serra Pelada, en Brasil, se ha convertido tal vez en la fotografía más famosa de Salgado.

Cuando él vio la escena por primera vez, dijo: “Se me erizaron todos los pelos del cuerpo. Las Pirámides, la historia de la humanidad se desplegaba. Había viajado al origen de los tiempos”.

Como compensación, una continuación, Génesis (2013), buscó los prístinos entornos naturales que aún perduran, donde las personas mantienen formas de vida tradicionales y religiones ancestrales. Le llevó ocho años documentarlo, siguiendo su viaje desde el Ártico hasta los trópicos, desde el árido desierto hasta las vertiginosas cordilleras; el libro pesa más de cuatro kilos.

En obras como Éxodos, una documentación de la migración que comenzó en 1993, Salgado fue acusado en ocasiones de “explotar o estetizar la miseria”, acusación que refutó rotundamente. “¿Por qué el mundo pobre debería ser más feo que el mundo rico?”, dijo en una entrevista con The Guardian el año pasado. “La luz aquí es la misma que allá. La dignidad aquí es la misma que allá. El defecto que tienen mis críticos, yo no lo tengo. Es el sentimiento de culpa… Vengo del tercer mundo… Las fotos que tomé, las tomé desde mi lado, desde mi mundo, de donde vengo”.

Nacido en el municipio de Aimorés, en el estado de Minas Gerais, Salgado era hijo de un terrateniente y ganadero local cuyas vacas pastaban en tierras áridas, algo que lo perturbaba desde niño. Décadas después, esto impulsó la creación del Instituto Terra, restaurando la fertilidad de las tierras de su padre y estableciendo un programa de investigación para la conservación de la flora y fauna silvestres.

Él obtuvo una licenciatura y un máster en economía en la Universidad de São Paulo, antes de escapar de la dictadura militar y abandonar Brasil en 1969. Dos años antes, se había casado con una compañera de estudios, Lélia Wanick, y juntos se mudaron a Francia, donde él escribió su tesis doctoral en la Universidad de París y Lélia se graduó en arquitectura en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes. En 1971 se mudaron de nuevo, esta vez a Londres, donde Salgado trabajó como economista para la Organización Internacional del Café y comenzó a documentar fotográficamente la producción de café en África y América Latina.

Este descubrimiento de la fotografía lo llevó a abandonar su bien remunerado trabajo después de dos años, regresar a París y comenzar como fotógrafo independiente, uniéndose a la nueva agencia fotográfica Sygma. Se cambió a la agencia Gamma en 1975 y, en 1979, a Magnum. Realizó algunas de sus imágenes más famosas por encargo de la renombrada agencia de reportajes y cooperativa fotográfica, incluidas las de la hambruna en Etiopía en la década de 1980, el intento de asesinato de Ronald Reagan en 1981 y los pozos de petróleo en llamas de Kuwait en 1991.

Salgado fue acusado en ocasiones de ‘explotar o estetizar la miseria’, acusación que refutó rotundamente. ‘¿Por qué el mundo pobre debería ser más feo que el mundo rico?’, dijo en una entrevista con The Guardian el año pasado.

Tras desacuerdos internos con Magnum, en 1994 Salgado y Lélia fundaron su propia agencia, Amazonas Images. Fue entonces cuando los conocí, mientras presentaba un documental de televisión para la BBC sobre su vida y obra. Mantuvimos el contacto a partir de entonces, y me invitaron a alojarme en el naciente Instituto Terra, siendo trasladada por sus fronteras en un destartalado jeep de los años 50 conducido por Salgado.

Otras Américas se convirtió en un clásico del fotolibro, ganador de múltiples premios y muchas veces reeditado. Aparecieron otras obras clave, como Sahel, el fin del camino (1988) y An Uncertain Grace (Una gracia incierta, 1990). Sus proyectos comenzaron a coleccionarse bajo títulos de una sola palabra: Trabajadores (1993), Terra (1997) y África (2007). Otros, como Génesis y Éxodos, reinterpretaron sus legendarias asociaciones bíblicas. Y Amazônia (2021) capturó aspectos del precioso pero precario paisaje de la región en impresionantes panoramas, así como la expresividad sin adornos de su gente.

Desde sus inicios, el activismo político y la concientización fueron parte integral de la fotografía de Salgado, quien trabajó no solamente para documentar, sino también para abordar las condiciones de vida y las libertades globales, buscando generar la reflexión e impulsar el cambio. En este sentido, colaboró ​​estrechamente con Lélia, quien diseñó y fue co-curadora de sus exposiciones.

Su trabajo en equipo se amplió en la década de 1990 con el plan para restaurar parte de la Mata (o bosque) atlántica en Minas Gerais. El Instituto Terra, que promueve la reforestación y la educación ambiental, se fundó en 1998. Tierras que fueron desertificadas ahora son explotadas por agricultores y silvicultores, y el instituto se ha convertido en un importante centro educativo. En 2014, su hijo mayor, Juliano Ribeiro Salgado, codirigió con Wim Wenders La sal de la tierra, una película biográfica sobre la vida de Salgado.

El reconocimiento público a los logros fotográficos de Salgado y su filantropía le valió el puesto de embajador de buena voluntad de Unicef, además de numerosos premios, como la medalla del centenario y la beca honoraria de la Royal Photographic Society, y la membresía del Instituto de Francia y de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias.

Sin embargo, él se mantuvo modestamente fiel a sus gustos personales: su cocina parisina estaba equipada con cuchillos que alguna vez descarnaban las vacas de la familia.

Desde 2010, cuando contrajo malaria, Salgado padeció graves problemas de salud que derivaron en leucemia.

Le sobreviven Lélia, sus dos hijos, Juliano y Rodrigo, y sus dos nietos, Flavio y Nara.

 

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Artículo aparecido originalmente en The Guardian. Traducción de Patricio Tapia.

 

Mina de oro de Serra Pelada, Brasil. Proyecto Trabajadores.

Campo petrolífero en Kuwait. Proyecto Trabajadores.

Registró lugares de soledad como los hielos. Proyecto Génesis.

Registro de migraciones masivas. Proyecto Éxodos.

Registró paisajes impresionantes. Proyecto Amazônia.

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