La ley de la frontera

El poder del perro, la película de Jane Campion que obtuvo múltiples nominaciones en los últimos premios Oscar, es un western en que la directora continúa la exploración sobre el ejercicio del poder a través de la violencia que ha desarrollado en algunos de sus filmes anteriores, pero en este caso, aunque también habla del sometimiento femenino, se enfoca principalmente en cómo los hombres se someten entre sí y representa distintas formas de masculinidad a través de sus personajes principales.

por Pablo Riquelme I 7 Junio 2022

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A pesar de sus 12 nominaciones, en la última versión de los premios Oscar El poder del perro solo ganó en la categoría de mejor dirección. No son pocos los que creen que también debería haber ganado el premio a la mejor película del año. Como sea, el filme ha pasado a engrosar la conspicua lista de películas a las que la Academia, ya sea por exceso de corrección política o ausencia absoluta de rigor estético, les ha escamoteado el premio mayor a películas como Boyhood, El irlandés, Érase una vez en Hollywood y Manchester junto al mar, por nombrar solo obras de la última década. Es indudable que estas son mejor compañía que Moonlight, Green Book, 12 años de esclavitud o CODA.

El poder del perro se ambienta en 1925, en las sierras de Montana, cerca de la frontera de Estados Unidos con Canadá. En un aislado rancho viven los hermanos Phil y George Burbank, quienes durante un cuarto de siglo han hecho prosperar el negocio del ganado. Los hermanos son tan unidos que hasta comparten el dormitorio, pero no pueden ser más distintos entre sí. El menor, George (Jesse Plemons), es gordo, silencioso, tiene sensibilidad para tratar a las personas y sofisticación para vestirse; también evita los conflictos. En cambio Phil (Benedict Cumberbatch) es atlético, locuaz, violento, mantiene un aspecto semisalvaje e impone su ley a los demás. Los problemas comienzan cuando George se casa con Rose (Kirsten Dunst), una viuda que acarrea un hijo afeminado. La presencia de la mujer y el hijo en la casa que hasta entonces era solo de ambos, desestabiliza completamente la relación fraternal.

A partir de los imponentes y sobrecogedores paisajes del rancho y del cuidado con que filma a los animales, la directora neozelandesa Jane Campion establece la opresión a la que se ve expuesta Rose tras su matrimonio. Es la primera señal de que este no es un western en el que la civilización derrota a la barbarie, sino de lo contrario: de la fragilidad del carácter cuando este se encuentra despojado de las leyes, naturales o jurídicas, que lo protegen.

A partir de los imponentes y sobrecogedores paisajes del rancho y del cuidado con que filma a los animales, la directora neozelandesa Jane Campion establece la opresión a la que se ve expuesta Rose tras su matrimonio. Es la primera señal de que este no es un western en el que la civilización derrota a la barbarie, sino de lo contrario: de la fragilidad del carácter cuando este se encuentra despojado de las leyes, naturales o jurídicas, que lo protegen.

La digna viuda del primer tercio de la película comienza a derrumbarse ante el acoso al que es sometida por Phil. La escena en que ella ensaya una pieza musical en el piano que George le ha comprado para que impresione a unas visitas ilustres, es terrorífica. Phil la acorrala musicalmente con su banyo, induciéndola a equivocarse, empequeñeciéndola, haciéndole ver que está siendo vigilada y, en definitiva, empujándola a derrumbarse. La reflexión sobre la violencia que ejercen los hombres como forma de imponer su poder a las mujeres está presente en varias películas de Campion, desde La lección de piano hasta En carne viva, como también en la miniserie Top of the Lake. El hombre legisla a través de la violencia física, sicológica o sexual. En El poder del perro eso cristaliza cuando Phil le saca los testículos a un toro, un procedimiento —parece decirnos Campion— que vale para los animales, para el resto de los hombres y, principalmente, para las mujeres.

Pero El poder del perro no trata, en última instancia, sobre el sometimiento femenino, sino del masculino; de hombres sometiendo a otros hombres. La película está basada en la novela homónima de Thomas Savage, un gay que tuvo que luchar contra la obligada virilidad a la que se ven espoleados los vaqueros. No es casual que la novela haya influido a Annie Proulx para que escribiera el relato “Brokeback Mountain”, que sirvió de base para la extraordinaria película homónima de Ang Lee, que a su vez es referencia ineludible para Campion. Ambas películas se hacen cargo del tabú de la frontera, donde la soledad de los hombres se traduce en afectos carnales. Es lo que le ocurrió a Phil muchos años atrás en la montaña con su mentor, Bronco Henry, el punto de fuga de esta historia. Y es lo que, en teoría, le podría ocurrir a Peter (Kodi Smit-McPhee), el delicado hijo de la destruida Rose. Sin embargo, Peter representa otro tipo de virilidad, una que antepone la inteligencia a la intimidación. Para Campion, en ese duelo no gana la fuerza, sino la agudeza, que también puede ser tremendamente violenta, si se quiere.

 


El poder del perro (2021), dirigida y escrita por Jane Campion, basada en la novela de Thomas Savage, 125 minutos, disponible en Netflix.

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