El ensayista y la mosca incalculable

En la exposición fugaz de sus pensamientos, Aira da deliciosa cuenta del relieve de su escritura, capaz de reconsiderar radicalmente lo clásico, imaginar formas nuevas, resolver o posponer contradicciones mediante un astuto estiramiento de la lógica y la ironía y, siempre, de alguna manera, sonreír. El libro Ideas diversas es una prueba contundente de todo eso.

por Vicente Undurraga I 3 Marzo 2025

Compartir:

En 2024 César Aira publicó dos libros fuera de serie. Fuera, incluso, de la serie de libros singulares en que consiste su cuantiosa obra literaria. Una novela y un conjunto de ensayos breves que dan cuenta de la ya superlativa solvencia narrativa de quien ha publicado más de 80 novelas y varios cuentos, así como de la sagacidad del ensayista que ha traducido y biografiado a escritores cruciales (Pizarnik, Edward Lear, Copi), ejercido la crítica literaria (cúlmine es su Diccionario de autores latinoamericanos) y meditado con sostenida agudeza acerca de los componentes y alcances de la ficción y la creación artística.

La novela, En El Pensamiento, acopia en sus poco más de 100 páginas lo mejor de la narrativa de Aira. Es la historia de un pueblo alejado y un niño formado por un instructor, en una remota estación de trenes que a duras penas articula una existencia, con pocos pero imborrables personajes; una mirada reflexiva volcada sobre la propia novela y sus mecanismos, un delicado sentido de lo impermanente y lo cómico y, en fin, un despliegue de lo fantástico, de aquel viejo arte que en vez de ocuparse de lo que es, se aventura en lo que podría, convincentemente, llegar a ser.

En el otro libro, Ideas diversas, Aira reúne reflexiones sueltas pero continuas, que itineran por su mente y dan las notas más altas de un pensar que siempre, aun a riesgo de pasarse, va por otro lado del previsible: en la exposición fugaz de sus pensamientos, Aira da deliciosa cuenta del relieve de su escritura, capaz de reconsiderar radicalmente lo clásico, imaginar nuevas formas, resolver o posponer contradicciones mediante un astuto estiramiento de la lógica y la ironía y, siempre, de alguna manera, sonreír.

Crispando el tiempo lineal, Ideas diversas aparece como la prolongación de un libro anterior llamado Continuación de ideas diversas. La lógica mandaría que fuese al revés, pero la lógica en esto no manda. En ambos libros, Aira reúne pensamientos breves (en este nuevo lo son aún más: promedian la media página, a veces menos; rara vez la superan), anotaciones que escudriñan en sus ya típicas inquietudes, una miscelánea con recurrencias fuertes. La pasión del autor por las oscuridades, por ejemplo, como las de Lezama Lima, que lo llevan a pensar en la claridad que él mismo practica, y que lo desmoraliza, llevándolo a hacer una autocrítica plausible (“Me hace avergonzar de mis infatuaciones de ingenio, de invención”), aunque se consuela, dice, pensando que la suya es otra clase de oscuridad, “la que se construye con sucesivas claridades que no terminan de crear una claridad general”. En esa línea, elogiando la llaneza desprovista de ambages de ciertos relatos, advierte que “en su claridad sin sombras está agazapada una oscuridad discreta, que es muy difícil de ver”.

Si en estos ensayos y apuntes hay algo así como un combate central (podría decirse que todo libro de Aira combate con algo), es contra la Verdad, así con mayúsculas, sobre la cual vuelve una y otra vez con sendas diatribas y meditaciones, ambas formas de quitarle el piso a esa espinosa aspiración que tan a menudo nos quita el aire. Buscar lo verdadero le parece un gesto soberbio, competitivo. Y la Verdad misma, algo hiriente.

Y así, entre giros y vueltas, discurre sobre Raúl Ruiz y la bibliofilia, Picasso y el dinero, los saltos caleidoscópicos de la poesía, la traducción y la “lógica del Entrometido”. Y al hilo de estas cavilaciones comenta relecturas (Shakespeare, Maquiavelo, Braulio Arenas) y ejerce punzantemente la crítica literaria, haciendo una revisión demoledora al género “fantasy”. Y si entre tales afanes una o dos veces se pasa o entrampa en su propio ingenio, da igual: en definitiva, Aira siempre sale airoso.

Si en estos ensayos y apuntes hay algo así como un combate central (podría decirse que todo libro de Aira combate con algo), es contra la Verdad, así con mayúsculas, sobre la cual vuelve una y otra vez con sendas diatribas y meditaciones, ambas formas de quitarle el piso a esa espinosa aspiración que tan a menudo nos quita el aire. Buscar lo verdadero le parece un gesto soberbio, competitivo. Y la Verdad misma, algo hiriente, “de hecho, se la define por no dejar espacio entre la palabra y los hechos, por la asfixia”. Pero no todo está perdido: “Por suerte existe la hipocresía… Si no, sería como vivir en un desierto, bajo un sol de fuego, sin escape, sin poder escondernos ni estar solos”.

Como se ve, es un libro que no concede margen a los lugares comunes, más bien se empeña en desmantelarlos, en especial los literarios, como ese que recomienda leerles a los niños, lo cual considera poco menos que cruel, una forma de mantenerlos callados, “se les impone la lógica narrativa, las sucesiones ordenadas, las causalidades. Se les disciplina la atención”. A propósito de lectura, en un momento, tras arremeter con humor contra la concentración o acometer la bella, bellísima descripción de una carrera en taxi como obra de arte, Aira piensa en la calidad literaria y las formas que toma la escritura, y de pronto se refiere a los lectores y críticos como una “mosca incalculable” de “ojos facetadísimos”. Esa mosca, esa mirada insondable que existe y no existe, el Hipócrita Lector, podría decirse, encontrará en estos ensayos las vívidas páginas de alguien que se ha dado a la tarea de “pensar por qué me han pasado las cosas que me han pasado”, es decir, un audaz encarar el mundo y las formas en que se lo habita.

 


Ideas diversas, César Aira, Blatt & Ríos, 2024, 112 páginas.

Relacionados

Estereotipos

por Lorena Amaro

Insectario de bichos raros

por Sebastián Duarte Rojas

Otro punto de vista

por Lorena Amaro