Insomnio, amigo mío

Insomnio, de Marina Benjamin, es un libro que invita a invertir esa percepción negra y tortuosa del insomnio. La autora plantea que es mejor entregarse y observar nuestro insomnio para intentar llevar esos pensamientos que giran en círculos a un horizonte donde podamos verlos y hacer de ese “exceso de anhelo y exceso de pensamiento”, como lo define, algo fecundo. La escritura en este sentido es clave, como un ancla o una brújula nos acompaña y apuntala, se levanta como un acto de resistencia en el corazón de la noche.

por Milagros Abalo I 25 Octubre 2022

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No es novedad que durante el insomnio los pensamientos crezcan, se agranden, se multipliquen, se desborden como las deudas, los deseos, las preocupaciones; bajo el manto de la noche todo se ennegrece, como escribe Marina Benjamin en su libro Insomnio: “La oscuridad transfigura todo. Todo se tiñe de amenaza”.

En ese lapso también podemos llegar a mantener diálogos tan lúcidos como delirantes con quienes tenemos algo diurno pendiente, y a veces resolvemos cosas, como si por primera vez fuéramos capaces de ser claros y asertivos. Se arregla y desarregla la vida con frecuencia e intensidad en un tetris mental y corporal; el cuerpo y sus extremidades incomodan, buscan encajarse y entre vuelta y vuelta nunca está quieto, como si intentara cansarse o en su exacerbación ser menos cuerpo. Transita como presa nocturna de ojos abiertos y en ese tránsito se abren nuevas percepciones en un tiempo que transcurre distinto y la única certidumbre es que no hay noche predeterminada.

Si algo cruza la experiencia de todo insomne es que los pensamientos suelen tomar una deriva más bien dramática, en la que somos incapaces de dormir o apagar tele, a no ser que echemos mano a la química, aunque eso es pan para hoy y hambre para mañana. El insomnio vence, decide cuándo entrar y cuándo salir, y su espíritu es obsesivo como el tren de pensamientos que echa a andar y que eleva más allá del techo de la pieza donde nos pilla. Todo insomnio es deseante, inquieto, y en ese espacio el silencio de la noche no hace sino incrementar y corroborar la soledad de la que estamos constituidos. Como si flotáramos en la profundidad del universo.

De la mano de autores como Oliver Sacks, Proust, Virginia Woolf, Thoreau y Nabokov, va tomando las lianas de otras experiencias escritas sobre el insomnio, la noche y los sueños, para avanzar en su idea de enfrentarse despiertos a la noche dando ‘vuelta la perturbación y el sufrimiento para que se conviertan en una oportunidad. Perforar la oscuridad con puñaladas de luz’.

Con su golpe de luz, la llegada del día nos vuelve o devuelve más bien a las dudas de siempre, aunque al mismo tiempo tiene la facultad de poner las cosas en su lugar: la luz ordena, y nada parece ser tan terrible como parecía a las 4:20 de la madrugada. Es divertido observar cómo todo se desinfla, quizás también porque el día no tiene clemencia en su afán.

Insomnio es un libro que invita no solo a pensar en todas estas cosas, sino sobre todo a invertir esa percepción negra del insomnio. Su autora plantea que es mejor entregarse y observar nuestro insomnio para intentar llevar esos pensamientos que giran en círculos a un horizonte donde podamos verlos y hacer de ese “exceso de anhelo y exceso de pensamiento”, como lo define, algo amistoso, fecundo. La escritura en este sentido es clave, como un ancla o una brújula nos acompaña y apuntala, se levanta como un acto de resistencia en el corazón de la noche. Se pregunta Marina Benjamin, a propósito de esto, “cómo describir esos bordes deshilachados de nuestra propia existencia” que aparecen en el desvelo, cuando el mundo cobra otra tonalidad justamente porque se corre el velo y participamos del otro lado de la noche. No sentirse acorralados por nuestra cabeza, dice, sino más bien ir en esa búsqueda, tomar aquello que está en los márgenes de la percepción y se teje más allá de uno y, sin embargo, requiere de nosotros para hacer que algo comparezca en la palabra.

De la mano de autores como Oliver Sacks, Proust, Virginia Woolf, Thoreau y Nabokov, va tomando las lianas de otras experiencias escritas sobre el insomnio, la noche y los sueños, para avanzar en su idea de enfrentarse despiertos a la noche dando “vuelta la perturbación y el sufrimiento para que se conviertan en una oportunidad. Perforar la oscuridad con puñaladas de luz”, es decir, experimentarlo como un espacio abierto, de expansión al que vamos de cuerpo entero aun cuando no haya dirección: “Es como caminar en la cuerda floja… Y requiere que acepte la incertidumbre”. Aceptar esa incertidumbre, escribe Marina Benjamin, es penetrar en la oscuridad para ver florecer ahí lo que tenga que florecer en términos creativos. Habría que hacer entonces de ese verso que escribió otra Marina, la poeta rusa Marina Tsvetáieva: “¡Insomnio, amigo mío!”, el salvoconducto que nos permita el paso.

 


Insomnio, Marina Benjamin (traducción de Florencia Parodi), Chai Editora, 2020, 129 páginas, $18.000.

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