por Lorena Amaro
por Lorena Amaro I 20 Noviembre 2018
Ya en los cuentos de Canciones punk para señoritas autodestructivas (2011) y en la novela Manual para robar en el supermercado (2015), Daniel Hidalgo demostró su capacidad narrativa, que se reafirma y supera en la prosa de Fanfiction, más pulida que en los libros anteriores. Se evidencia una gran soltura en los diálogos, a través de los cuales el autor registra las observaciones hechas en la calle, sobre todo la calle de los jóvenes, sus noches, sus primeras búsquedas intelectuales y musicales. También en este nuevo libro el mundo de Hidalgo sigue siendo, en gran medida, el del puerto de Valparaíso, espacio seductor, melancólico, devastado por el fracaso o la mediocridad, espacio que emerge no solo en su narrativa, sino también en las historias de varios autores contemporáneos, como Álvaro Bisama, Cristian Geisse y Cristóbal Gaete.
Los cuentos de Fanfiction transcurren en atmósferas similares y se sirven de referencias pop provenientes del cine, la música, las series y los cómics. Sin embargo, hay novedades en la narrativa de Hidalgo: el primer relato, “Alerta de spoiler”, se escapa del registro realista y melancólico de los demás, para acercarse a una estética hilarante y rabiosa. Pocas narraciones recientes en Chile ofrecen este tono más libre e imaginativo, menos apegado al registro mimético y minimalista que prima entre nuestros escritores actuales. Ya desde el comienzo de esta historia el narrador anuncia: “Les voy a contar algo”, y con ello atesta que efectivamente entraremos en los laberintos de la ficción, en este caso bastante desquiciados: un crítico de cine escribe que la Marvel paga a los comentaristas cinematográficos para que hablen bien de sus películas, y esto desata una desopilante persecución, con frecuentes cameos del recientemente fallecido Stan Lee por un apocalíptico Santiago Centro: “Stan Lee gritaba mientras temblaba tan fuerte como el terremoto del 85 y el 27F al mismo tiempo y concentrados únicamente bajo nuestros pies”. Se entremezclan argumentos de películas recientes y alusiones al imaginario cinematográfico de los 80, en un relato muy libre, en que no faltan los “[alerta de spoiler]”. Todo un acierto, que abre el volumen con humor y soltura.
Algo hay de esto también en “Sirenas”, donde se cuenta la fuga de unas adolescentes de un hogar del Sename. Las poses y violencia desatada en torno a estas niñas oscilan entre la parodia de heroínas como Harley Queen, por momentos muy cercana a la caricatura, y el desarrollo de historias de maltrato en que resuenan los testimonios que se han conocido en los últimos años, en Chile, sobre la pesadilla que viven los niños y niñas que pasan por estos hogares.
En un mismo tono de crítica social, aunque sin renunciar al humor, Hidalgo ofrece las historias de sus otros personajes, más apegado a las convenciones del realismo: un joven estudiante de literatura viaja a Las Cruces para pasar unas carreteadas vacaciones con sus amigos; un bajista estrella de las tocatas porteñas desaparece de escena y su destino se torna tan hilarante como incierto; un narrador, desolado por sucesivas pérdidas, hace el recuento de las mascotas de su vida desde una sociedad futura; dos amigos visitan el cementerio y recuerdan a un tercero, suicida. Son todos cuentos fluidos, que logran mantener el interés con anécdotas mínimas y bastante atmósfera.
Sin embargo, creo que lo más significativo de este libro no se halla en esos relatos, finalmente más convencionales en su estrategia narrativa, sino en el tránsito hacia nuevos temas y voces, que sugieren los dos primeros cuentos y también el último, “Chicas con camisetas de los Ramones”, en que dos mujeres ya en sus 30 años, que se conocieron en la época escolar y vivieron juntas el encuentro con la música, el mundo de las bandas, el alcohol y la sexualidad, conversan en un patio comentando los cambios de la hija adolescente de una de ellas. Se trata de un diálogo bien construido, en que los estereotipos de las dos amigas no responden a otra cosa que a sus propias conductas de imitación adolescente; confrontadas con su propia madurez, hay algo de desconcierto y también un poco de risa ante la situación. Quizá esta conversación entre dos mujeres que comienzan a abandonar la juventud prefiguren un giro en la narrativa de Hidalgo hacia una narrativa de madurez, menos encandilada con sus referencias de culto y con más conciencia de sus recursos narrativos, la psicología de sus personajes y la crítica social latente desde sus primeros textos.