Alegorías del silencio

Uno no sabe a qué género adscribir los dos relatos breves que dan cuerpo a este nuevo libro de Cynthia Rimsky: hay algo de ensayo, de autobiografía, de aforismo y, por supuesto, de ficción. Pero lo importante no es cómo calificarlo, sino que estamos ante una escritura admirable, una forma de conocimiento sobre el lenguaje, el silencio y la extrañeza de experiencias en apariencia disímiles, como es la construcción de una casa y la escritura de un libro.

por Jorge Polanco I 14 Mayo 2019

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En obra, de Cynthia Rimsky, es un libro breve, compuesto por dos relatos –ninguno de ellos titulado– complejos y reflexivos en su belleza alegórica. Se trata de una escritura sencilla, pero inquietante, a la manera del Bartleby de Melville.

En el primer texto, una pareja se propone construir una casa, arrendando una pieza cercana para supervisar las faenas. Los desperfectos, las dificultades del terreno y la dilación de los obreros frente a los problemas que comienzan a surgir plantean una alegoría sobre el proceso creativo y la historia de la literatura.

Para empezar el trabajo, tienen que demoler la casa anterior; el aburrimiento de los albañiles conforma el estado de ánimo de la construcción, que contrasta con la paciencia obligada de la pareja, que intenta a su vez solucionar las imperfecciones de la construcción y rearmar el hogar sobre las ruinas de los antiguos cimientos. Para más remate, el ingreso de las hormigas que carcomen lo ya realizado muestran que el deterioro seguirá ocurriendo en el futuro. La figura de los ayudantes, como en Kafka, cumple la función de colaborar en la dilación, no en solucionar los problemas. Estamos hablando de un proceso en desarrollo, inacabado, como podría ser la escritura de un poema o una novela; a ratos se siente que el deterioro obligará a la narradora a tirar todo por la borda, a proferir la famosa fórmula de Bartleby, el escribiente: preferiría no hacerlo.

Es una escritura admirable, que pone en tensión la aventura para dirigirse a una reflexividad acerca del tono creativo; es decir, la narrativa como un modo de saber que abre mundos por medio de la ficción. Como en Melville, los relatos ofrecen una literatura reveladora en formato breve.

En el segundo relato, el personaje principal visita una isla donde sus habitantes pasean pájaros enjaulados. Los cuidan y los hacen competir con sus respectivos cantos, manteniéndolos en cautiverio, sin que puedan aparearse. Este es el secreto del entrenamiento. En el transcurso se comprende que la narración se ubica en un poblado de Cuba, donde pasó un huracán y el desastre propagó el dengue. Cada cierto rango de horas, los voluntarios tienen que fumigar el territorio. Rimsky emplea un recurso tipográfico para el personaje principal: no se tiene claridad cuál es su género, pues la autora coloca un guion bajo cuando asomaría una “o”, en caso de ser masculino, o una “a” en caso de ser femenino (por ejemplo: “est_ visitante”).

Como alusión al troquelado en Juan Luis Martínez y la eliminación de la letra “e” en la novela La disparition de George Perec (traducida como El Secuestro, eliminando la “a”, en castellano), esta ausencia compone las aperturas de interpretación que provienen paradójicamente de la falta. El uso de fotografías en los relatos constituye también un juego inquietante, que dice relación con la labor de lo inacabado.

El poema de Juan Luis Martínez, conocido como “El pajarístico”, sirve como epígrafe y leitmotiv: los pájaros comunican un canto en que no dicen nada, sobre todo para los seres humanos. La fábula acompaña en sordina al lector a través de un niño que pasea uno de los pájaros, perteneciente a una especie llamada “negritos”. La importancia de la imagen de este niño se conoce al final, cuando se nos advierte sobre su sordera. Con esto se alude y recrea el poema de Juan Luis Martínez: los oídos, como los pájaros, escuchan el silencio que la naturaleza impone, y que las demás especies no alcanzan –incluida la especie humana, por cierto– a comprender. La alegoría es múltiple; queda resonando como una tarea en construcción y, ante todo, como la compleja relación entre la escritura y el silencio.

Da la impresión de que una constelación de la narrativa chilena está merodeando la poesía y la filosofía. Los relatos de este libro se aprecian como una mixtura entre la autobiografía y el ensayo. En su concisión, se da cuenta de que la vibración del lenguaje puede ampliar y densificar ciertos registros, como los aforismos o los fragmentos, sin que uno sepa el género al cual inscribirlo. Es una escritura admirable, que pone en tensión la aventura para dirigirse a una reflexividad acerca del tono creativo; es decir, la narrativa como un modo de saber que abre mundos por medio de la ficción. Como en Melville, los relatos ofrecen una literatura reveladora en formato breve. Cynthia Rimsky convierte las imágenes en una densa y hermosa metáfora en torno a la extrañeza del lugar desde donde se construye una obra.

 

En obra, Cynthia Rimsky, Mundana, 2018, 73 páginas, $7.000.

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