por Aïcha Liviana Messina I 27 Septiembre 2023
En francés, pausa suena como pose. Posar es a la vez colocar en un lugar y una forma de mostrarse. En situaciones en las que un artista trabaja con un modelo, la pose implica menos mostrar una imagen de sí que dar una presencia. La pose del modelo implica inmovilidad, tensión, paciencia. Es una retención (del movimiento) que produce presencia. Pintar un modelo posando es, por ejemplo, pintar la mano en cuanto tiene una presencia específica: es dar cuenta del tocar de la mano y de la mesa misma como un acontecimiento. Para esto hay que posar, colocarse en un lugar, retener este estar en un lugar.
Posar, estar ahí inmóvil un rato corto o largo (parece siempre eterno) es hacer posible que se haga de la presencia una obra (una escultura, una pintura, un dibujo). Posar es un trabajo.
Pausar en cambio es descansar. Salirse de este lugar. La pausa es imprescindible y es acotada en el tiempo. No es un término. Al contrario, es un tiempo, una modalidad del tiempo. Hay tiempos de pausas obligatorios en sesiones de pose, en clase, para toda persona que está haciendo un trabajo que requiere vigilancia, concentración. Durante una pausa nos fumamos un cigarro, nos ponemos a conversar, a veces nos ponemos a dormir. La pausa es el momento de la porosidad. Dejo entrar en mí los sueños. Hablo con otro: salgo de mí. De hecho, la pausa es también un momento de utopía: me autorizo a soñar, a salirme, a divagar. Habito otro lugar aun permaneciendo aquí, sentada en el escritorio.
Posar y pausar son cuasi simétricamente opuestos, pero en realidad son solamente formas distintas de habitar el espacio y de relacionarse con el tiempo. Ahora mismo, es tiempo de hacer una pausa…