La política de lo íntimo

Ambientada a mediados de los 80, la novela Vals chilote, de Yosa Vidal, relata la revolución solitaria de Hiroito Cáceres, un joven que luego de ser detenido tras el Golpe y de pasar por diversos centros de entrenamiento revolucionarios en América Central, vuelve a cumplir con el sueño de derrocar la dictadura de Pinochet junto al Frente de Insurgencia Austral, movimiento del cual es fundador y único militante. Vidal opta por la reescritura o apropiación de un género olvidado —la novela revolucionaria—, situándose a contrapelo quizás de la tendencia autobiográfica y de la “literatura de los hijos”.

por Constanza Ceresa I 1 Agosto 2023

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Ambientada a mediados de los 80, la novela Vals chilote relata la revolución solitaria de Hiroito Cáceres, un joven que luego de ser detenido tras el Golpe y de pasar por diversos centros de entrenamiento revolucionarios en América Central, vuelve a cumplir con el sueño de derrocar la dictadura de Pinochet junto al Frente de Insurgencia Austral, movimiento del cual es fundador y único militante. Para eso contacta a uno de sus compañeros escolares, Ramón Millán, locutor de la radio El Faro, de Castro, quien detrás de su vida rutinaria y descomprometida carga con una culpa que terminará por despertar su ideal político y remecer su vida hecha de pequeños placeres.

Como ya lo ha hecho en El Tarambana con la picaresca o con la escritura científica de fauna en Los multipatópodos, Vidal opta por la reescritura o apropiación de un género olvidado —la novela revolucionaria—, situándose a contrapelo quizás de la tendencia autobiográfica y de la “literatura de los hijos”. La historia está dividida en 33 capítulos breves, que oscilan entre las vidas de Hiroito y Millán, y sigue la forma de un relato con tintes policiales, con un narrador omnisciente capaz de entrar y salir de las mentes de sus personajes. En un movimiento parecido a la marea que va y viene, la novela política transcurre “entre” la misión épica de Hiroito y el trabajo en la radio de Millán. Con humor sutil y tierno, las pequeñas tragedias cotidianas van tomando protagonismo, al punto de hacerse inseparables de las grandes hazañas subversivas.

Asimismo, la retórica revolucionaria y el código militante que encarna y difunde Hiroito son atravesados por la cadencia y el ritmo del habla local y familiar, un vocabulario capaz de nombrar las diferentes intensidades de la lluvia, la textura cálida de la lana en el cuerpo, los olores de la cocinería o cada matiz de la geografía accidentada del archipiélago. Las reflexiones militantes de Hiroito se ven contaminadas por pensamientos menos heroicos de la vida doméstica: “Herviría más agua para el mate. Esa tarde encendería la petromax para alumbrarse, había tomado la precaución de traer un poco de parafina y una mecha limpia para cambiarla. Su hermana le dijo que podía hacer un chonchón con una papa ahuecada a la que se echaba grasa animal y una mecha de trapo. Todo era con papa allá; podía combatir esa dictadura —la de la papa— con una lumbre menos rústica. La revolución es post, no precapitalista”.

Yosa Vidal se interroga por la relación entre lenguaje y política, pero en lugar de vaciar el discurso revolucionario desde la ironía o el cinismo, opta por apropiarse de su imaginario y explorar su dimensión afectiva. El lenguaje se vuelve así un tejido poroso y frágil, como las ondas sonoras que captura Hiroito en la punta del cerro. Vals chilote parece decirnos que la revolución no es abstracta, sino que es siempre situada y que la Historia y sus grandes relatos se sustentan de pequeños triunfos y fracasos.

En Vals chilote la geografía de la isla funciona como una fuerza adversa y determinante. Irónicamente para Hiroito, los recuerdos de infancia de su casa materna parecen más útiles que los duros entrenamientos en países tropicales para la supervivencia en la isla utópica de Chiloé: “Los ramalazos de agua y viento golpeaban la madera y las planchas de zinc en el techo. Hiroito no podía superar la dificultad de hacer fuego. (…) Hacer fuego no era una cuestión de aprendizaje sino una fatalidad, el destino trágico diario, la eterna posibilidad de que no funcionara”.

Hiroito busca borrarse como individuo, porque así lo exige el ideal revolucionario y la clandestinidad, y la distancia narrativa omnisciente es una forma idónea para ese anonimato. Sin embargo, en esta lucha a destiempo la comunión no la encuentra con los habitantes de la isla, con su pueblo, sino sobre todo con su geografía, con el frío, con la lluvia, con el hambre, con su perro, con el humo. La vida de Hiroito en la clandestinidad, su dilatada espera ante la acción subversiva, su soledad y sacrificio personal funcionan como la contracara de la vida frívola de Millán, sus comilonas en el bar y su especial predilección por la música extranjera. Con todo, luego de elegir el camino de la rebelión, Millán también vivirá un proceso en el mundo de afuera que irá develando las tramas y corrupciones dentro de la isla.

Siguiendo los pasos de Enrique Lihn, Yosa Vidal se interroga por la relación entre lenguaje y política, pero en lugar de vaciar el discurso revolucionario desde la ironía o el cinismo, opta por apropiarse de su imaginario y explorar su dimensión afectiva. El lenguaje se vuelve así un tejido poroso y frágil, como las ondas sonoras que captura Hiroito en la punta del cerro. Vals chilote parece decirnos que la revolución no es abstracta, sino que es siempre situada y que la Historia y sus grandes relatos se sustentan de pequeños triunfos y fracasos.

 


Vals chilote, Yosa Vidal, FCE, 2022, 210 páginas, $7.500.

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