En apenas 10 meses Jorge Peña Hen reclutó, preparó e hizo debutar a la primera Orquesta Sinfónica de Niños en Latinoamérica. Además de eso, fundó sociedades, conservatorios, coros y grupos de cámara. En fin, una figura pionera de la música local –víctima de la llamada Caravana de la Muerte–, quien es retratado por Patricia Politzer en Batuta rebelde, libro que muestra la existencia atormentada del músico, sus enfrentamientos y la infame persecución de la que fue blanco.
por Marisol García I 8 Julio 2020
Aunque con esta ya son tres las biografías sobre Jorge Peña Hen (1928-1973) –existen, además, documentales y valiosos reportajes sobre su vida y legado–, es comprensible que Patricia Politzer presente este libro en parte como una reivindicación: no hay lógica para que el precursor de las Orquestas Infantiles y Juveniles no sea a estas alturas un nombre de referencia habitual en el debate sobre cultura, educación y desigualdad en Chile; ni que su esfuerzo modélico como gestor descentralizado no aparezca como referencia natural para la comunidad artística.
Una serie de paradojas, de la más noble a la más cruel, sostiene la vida y figuración póstuma de quien en 10 meses de 1964 consiguió reclutar, preparar y hacer debutar en el Teatro Municipal de La Serena a la primera Orquesta Sinfónica de Niños en Latinoamérica. Formado en piano y viola, Peña Hen desplazó un futuro como compositor a favor de iniciativas públicas sin referencia hasta entonces, incluso receladas por cierta comunidad musical (no habíamos leído antes de sus enfrentamientos con Domingo Santa Cruz y Fernando Rosas –al menos durante un período–, en las antípodas de su ideal práctico para la ejecución de partituras por principiantes).
Paradójico es, también, que tan pionero emprendedor (además fundador de la Sociedad Bach y el Conservatorio Regional de Música, junto a la Orquesta Filarmónica, Coro Polifónico y grupos de cámara en La Serena) no pudiera despegarse durante gran parte de su adultez de arranques depresivos que, según una de sus últimas cartas, lo llevasen a concluir que “deseché una vida hermosa”.
Y, al fin, está la contradicción definitiva de que uno de los protagonistas de la vida cultural de su tiempo –se detallan en el libro gestos de aliento de parte de los presidentes González Videla y Frei Montalva, así como del ex rector de la UC Edgardo Boeninger– terminase torturado y acribillado junto a otros 14 prisioneros, y con su cuerpo lanzado a una fosa común. Jorge Peña Hen no fue sometido a juicio por la acusación absurda de mantener “el principal arsenal guerrillero del Norte Chico” en la Escuela de Música de La Serena, como a inicios de septiembre de 1973 difundió el periódico Tribuna (“para el tráfico de armas, el ‘loco’ de la batuta utiliza los estuches de los instrumentos”, consignaba esa crónica ruin).
Víctima de la llamada Caravana de la Muerte, por 25 años su familia no tuvo siquiera su cuerpo para enterrar y llorar. Cuando en 1986 se quiso organizar en La Serena un primer tributo a su memoria, no se autorizó el uso de la Escuela de Música que el propio director había creado.
Batuta persistente podría haber sido un título alternativo para exponer tan innovadora y valiente convicción, impulsiva en lo democratizante. Los costos de esa determinación son ya registro histórico que esta nueva biografía contribuye a precisar. Las motivaciones más profundas de ese deslumbramiento quedan, sin embargo, solo esbozadas.
Varios datos íntimos del músico –sobre todo los referidos a un matrimonio poco feliz, debilitado por una infidelidad con una alumna, y como tal certificado en cartas entregadas a la periodista por su viuda– se vuelven recurrentes. No es necesariamente cuestionable la revelación privada, pero sí lo de abordarla escindida de los vaivenes emocionales que tan radical dedicación a la música retroalimentaba (para tales efectos sí resulta más acabado el trabajo biográfico previo de Miguel Castillo Didier). Describir que esa alumna-amante, a quien no se entrevistó para el libro, mantiene en su mirada desde la muerte del músico “un indeleble toque de tristeza”, es una especulación incomprobable, además.
Tal es la deuda con la investigación sobre músicos en Chile, que muchos trabajos se orientan como un comprensible gesto de justicia. Pero el oficio en la música sigue códigos particulares, y les presenta a sus cronistas desafíos que además requieren equilibrar análisis artístico, crónica de época, investigación sobre datos esquivos y atisbo psicológico. La nueva biografía sobre el maestro Peña Hen no consigue abarcar todo aquello, aunque sí aportar datos nuevos de valioso registro.
Batuta rebelde. Jorge Peña Hen, una biografía (1928-1973), Patricia Politzer, Lumen, 2020, 324 páginas, $14.000.