Despentes utiliza la figura del King Kong, de Peter Jackson, para celebrar la sexualidad anterior al binarismo, un estado edénico como el punk-rock y su intención de dinamitar los códigos establecidos, especialmente los de género.
por Rodrigo Olavarría I 21 Agosto 2018
A 12 años de la publicación de estos ocho ensayos autobiográficos, a 10 de su traducción al español de Paul B. Preciado y a seis de la versión argentina de Marlene Bondil, cabe agradecer a las corrientes de la moda que hicieron imperativa su reedición. Era necesario facilitar el acceso a Teoría King Kong por dos razones. Primero, porque llevaba una década circulando en fotocopias y en formato digital, sin salir de guetos académicos o de reflexión feminista. Segundo, porque estos ensayos de Virginie Despentes (Nancy, Francia, 1969) concilian de forma virtuosa dos ámbitos en apariencia opuestos, el de la academia y la experiencia, convirtiéndolos en una excelente introducción a la teoría feminista.
Despentes abre los fuegos declarando que escribe “desde la fealdad, y para las feas”, pero también para los hombres que no se identifican con la masculinidad imperante. La autora afirma estar contenta de ser “más deseante que deseable”, afirmación que la enlaza a una tradición que pasa por Anaïs Nin y llega a su apoteosis con la obra de Kathy Acker y la novela I Love Dick de Chris Kraus, una tradición que revela la temida desmesura del sentimiento y el deseo femeninos.
En el magistral ensayo “¿Te doy o me das por el culo?”, la autora relata su vida a la luz de los logros de la revolución feminista: desde pertenecer a la primera generación de mujeres que abrió una cuenta bancaria sin depender de un hombre, a la toma de conciencia de la feminización forzada de los cuerpos de mujeres. Aquí Despentes dirige sus dardos a la propaganda pro-maternidad y a la sociedad capitalista que exige criar niños en condiciones de vivienda precaria y con trabajos mal pagados, una sociedad decadente que hace sentir fracasados a quienes no tienen hijos y que no reconoce ese fracaso como suyo propio.
Luego, en un ensayo útil para reflexionar sobre los abusos denunciados en redes sociales, narra cómo ella y una amiga fueron violadas una noche al volver de un concierto. Despentes afirma categórica: “En la violación siempre es necesario probar que no estábamos realmente de acuerdo” y “los hombres siguen haciendo lo que las mujeres han hecho durante siglos: llamarlo de otro modo, adornarlo”. En este mismo ensayo recuerda el momento en que leyó “Rape and Modern Sex War” de Camille Paglia, la bestia negra del feminismo estadounidense, texto de 1991 que la iluminó y la hizo enfrentar su violación ya no como la culpable, sino como la víctima de algo esperable cuando se es mujer. Así, Despentes le da a Paglia el crédito de sacar la violación “del horror absoluto, de lo no dicho, de lo que no debe ocurrir nunca” y mostrarla por lo que es: “La representación cruda y directa del ejercicio del poder”. Es la influencia de Paglia la que la lleva a ver su violación como un evento ineludible y fundacional, “lo que me desfigura y lo que me constituye”.
En “Durmiendo con el enemigo”, la autora relata su experiencia con el comercio sexual y reflexiona sobre la representación de la prostituta en los medios de comunicación o, mejor dicho, sobre la manipulación social realizada al presentarlas como mujeres privadas de todos sus derechos.
Despentes utiliza la figura del King Kong de Peter Jackson para celebrar la sexualidad anterior al binarismo, un estado edénico como el punk-rock y su intención de dinamitar los códigos establecidos, especialmente los de género. Luego, analiza su propia femineidad y cómo, tras “años de buena, leal y sincera investigación”, concluyó que no era más que “una puta hipocresía. El arte de ser servil”.
Es posible considerar esta colección de manifiestos autobiográficos como una droga de entrada al pensamiento de género. Virginie Despentes lo hace fácil, declara sus fuentes, enumera a las ideólogas que admira y ofrece una nutrida bibliografía de autoras en las páginas finales para todo el que desee profundizar. Y ese es un punto que atraviesa este libro: “El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres, los hombres y todos los demás”.