En La búsqueda, Cristóbal Jimeno y Daniela Mohor narran la investigación emprendida por la familia de uno de los autores para conocer el destino de su padre, el sociólogo Claudio Jimeno, uno de los hombres que se quedaron en La Moneda junto a Salvador Allende cuando fue bombardeada, el 11 de septiembre de 1973. Los autores logran que el lector comprenda lo que significa un duelo que se enfrenta al Estado, en una indagación interminable por justicia, con un sistema sordo, pero que en la figura de la jueza Amanda Valdovinos —ministra en visita en numerosos casos de violación a los derechos humanos— se erige en su mejor expresión. En La búsqueda están las leyes, están las personas, está la familia y están los niños que miran y padecen todo esto, en una obra maestra del periodismo.
por Paula Escobar Chavarría I 13 Julio 2023
Sabía que su padre había muerto cuando pequeño. No sabía bien cómo. Hasta que un compañero, un día cualquiera, le dice: “Murió en un accidente de avión, me lo contaron mis padres”.
Cristóbal Jimeno era un niño de no más de siete u ocho años. Trotaba por la cuadra de su colegio cuando escuchó eso de la boca de su amigo. Antes —cuenta— no se había preguntado por los detalles de la muerte de su padre.
Dice que se quedó con esa información y no preguntó más.
Hasta que una noche estaba de campamento en Valdivia, a los 12 años, y tomó una revista, una de las revistas de oposición de la época, para hojearla antes de dormirse. El reportaje que captó su atención hablaba de las últimas horas del expresidente Allende en La Moneda. Cristóbal comenzó a leerlo, y a leérselo en voz alta a una compañera. Se contaba cada momento de ese martes 11 de septiembre, incluidos los nombres de quienes acompañaron a Allende hasta el final.
Seguía leyendo en voz alta cuando, de pronto, pronunció el nombre de su propio padre: Claudio Jimeno.
Esa noche no durmió. Y al otro día, cuenta en La búsqueda, no pudo hablar.
Su padre, el sociólogo Claudio Jimeno, era uno de los detenidos desaparecidos tras el golpe de Estado. Uno de quienes permanecieron hasta el final con Allende.
¿Cómo se acepta algo así? ¿O cómo se enfrenta sin quebrar la mente? ¿Cómo se elabora, cuando se es tan niño y no hay palabras? ¿Cómo se dialoga con fotos en blanco y negro, especialmente cuando, al preguntar, los demás se afligen, se afectan, sufren? ¿Cómo encuentras a un padre que ha “desaparecido”? ¿Cómo encontrarlo en la realidad, cómo conectarse con él íntimamente?
El libro La búsqueda es la historia de esa elaboración que hizo Cristóbal Jimeno, a lo largo de su vida adulta, de este trauma, de este dolor.
Ya es difícil, a veces desoladora, la ausencia del padre a temprana edad. La pena puede parecerse a esa sombra sensitiva que deja un miembro del cuerpo que falta, aquel que se siente aún en su ausencia. Si ya es una lucha sobreponerse a algo así, cuesta imaginar el dolor de que esa pérdida de ese padre, además, sea permanente, que no exista el final de la historia, su cuerpo, una tumba donde ir a recordarlo.
Cuando además esa “desaparición” ocurre en el marco de la mayor tragedia de la historia de Chile, todo se hace aún más complejo de comprender.
Esa es la envergadura de lo que ha atravesado Jimeno y su familia, y en esta historia la cuenta, en coautoría con Daniela Mohor, destacada periodista y su esposa desde 2006. Con este libro, cuyo género es un híbrido de testimonio, memoria, reportaje, investigación e historia, no solo ayudan a imaginar lo que es vivir aquello, sino también a sentirlo. Y, ayudando a sentir eso, ayudan a un país entero a asomarse a la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado con al menos una certeza compartida: más allá de las posiciones políticas de cada cual, pasadas o presentes, nunca más puede aceptarse que pase algo así. Nada justifica la barbarie. Nunca más la violación de los derechos humanos, la tortura, el asesinato, la desaparición. Nunca más un niño, su madre y su hermano pueden —como ellos— pasar de tener una vida con amor y futuro a verla quebrada y suspendida por el horror a manos del Estado.
En estas páginas están las décadas de tristeza, búsqueda, esperanzas y desilusiones que ellos vivieron por intentar restablecer la verdad, por encontrar sus huesos (los huesos de Claudio), por desentrañar lo sucedido. Por estar a la altura de la dignidad con que Jimeno padre vivió y con que Jimeno hijo ha emprendido su búsqueda.
El Golpe —aunque algunos no lo vean aún— nos pasó a todos: nadie quedó indemne. Sea porque fue víctima o porque fue victimario, o porque apoyó a esos victimarios, o porque hizo la vista gorda y justificó los crímenes; los cómplices pasivos, como lo señaló el expresidente Piñera cuando fue la conmemoración de los 40 años: no solo fueron quienes trabajaron activamente en el régimen, sino quienes miraron para otro lado mientras el padre de Cristóbal, y miles más, fueron asesinados, torturados, tirados al mar. En este sentido —como ocurre con la mejor literatura, sea ficción o documental—, La búsqueda hace posible recuperar el pasado y, por lo mismo, compartir un mundo.
En este libro están los datos, los hechos, los documentos, con rigor y claridad periodística. Daniela Mohor es periodista de la Sorbonne Nouvelle y de la Universidad de California, en Berkeley. Ha trabajado en Revista Sábado (donde trabajamos juntas), Siete + 7, entre otros medios chilenos, así como en medios internacionales como CNN y hoy en The New Humanitarian. No es exagerado decir que Daniela Mohor alcanza con este libro su punto profesional más alto, con una investigación sólida y detallada, y una narración cautivante. Emplea las herramientas del periodismo investigativo y lo mejor del periodismo narrativo para ir contando esta historia, sin datos que falten ni adjetivos que sobren.
El padre de Jimeno era un sociólogo y asesor directo del presidente Salvador Allende, y el 11 se quedó voluntariamente con él en La Moneda. Fue uno de sus colaboradores detenidos, torturados, ejecutados y hechos desaparecer por los golpistas. Este hecho, tal como él dice, marcó su vida como hijo: decidió, tempranamente, que iba a hacer todo lo posible por encontrarlo, “conocer su real destino y dar con los culpables de su muerte”. También decidió que el trauma no iba a ser destino.
El viaje de Cristóbal Jimeno y su familia, ese viaje tan complejo, permite adentrarnos en su vida. Está su entrañable relación con su abuelo materno, quien, con su amor y conversaciones, con su compañía y presencia, lo blinda —dentro de lo posible— de quedar preso del dolor y la rabia. Él había sido un senador, muy destacado y respetado, que había sufrido una enfermedad y estaba mayormente en casa. “Me doy cuenta de que después de sufrir su enfermedad, de ver caer la democracia republicana de la cual él había formado parte y de perder a un yerno al que él quería mucho, su propósito en la vida fue salvar a su hija y criar a sus dos nietos. Y lo hizo con mucha generosidad, paciencia y sabiduría. Desde esa tarde de los años 70 en que me consoló por una pelea infantil hasta enero de 1997, cuando falleció, mi abuelo fue mi padre y yo fui su hijo”, se lee en La búsqueda.
Es su abuelo quien lo impulsa a estudiar Derecho en la Universidad de Chile, pero luego está también la claridad de Jimeno para seguir su propio camino profesional. Se graduó también de la Universidad de Columbia con un Master in Law, además de un MBA en Kellogg Business School. Es socio fundador de un destacado estudio de abogados y también es director de empresas.
Jimeno sigue un camino diferente y tampoco idealiza al padre. Como él dice, no es un libro de homenaje a su padre, ese ya fue escrito; tampoco es una reivindicación política. Hay lúcidos diálogos ficticios, preguntas duras, recriminaciones entre ambos. Hay una cruda honestidad. “Esta iniciativa responde al afán de contar, sin agendas ni cálculos personales, los hechos tal como ocurrieron, de manera que estos puedan ser conocidos y sopesados por cada lector”.
Está también en el libro el retrato de su valiente madre y de su hermano más pequeño, de su padrastro, de su entrañable tío Tomás. Desde el primer día han buscado y perseguido a los culpables, “con una determinación férrea”. En La búsqueda hay también la historia de una familia que lucha y que logra no sucumbir.
Jimeno y Mohor nos llevan por ese camino de un duelo que se va enfrentando al Estado. Está la búsqueda interminable por justicia, con un sistema tan sordo, pero que en la figura de la jueza Amanda Valdovinos se erige en su mejor expresión. En La búsqueda están las leyes, están las personas, está la familia y están los niños que miran y padecen todo esto.
Al final del texto queda la impresión de que, no obstante el daño y la tragedia, existe futuro. “En mi caso, la familia que mi madre y mi padre adoptivo, Jorge Garreaud Spencer, armaron con mucha inteligencia y cariño, nos permitió salir adelante y entender que la gran derrota de quienes tratan de aniquilar al que piensa distinto se logra cuando les demostramos que, a pesar de sus actos criminales, somos seres humanos libres y racionales; que vivimos plenamente según nuestras ideas y principios, sin miedo, sin prejuicios y, lo más importante, sin odio”.
La búsqueda me recordó otro gran libro: Chile, un duelo pendiente, acaso el mejor trabajo del psiquiatra Ricardo Capponi, fallecido hace unos años. Publicado en 1999, ese libro aspiraba a que entendiéramos qué pasa en una persona, en un grupo, en una sociedad, cuando no logra hacer el duelo y se queda sin poder salir de sus estadios más regresivos. Cómo operan los mecanismos de defensa, especialmente en grupos. Y cómo podía haber una oportunidad para elaborar, sin fecha de término, sucesivamente, si los liderazgos comprendían el nivel de dificultad de lo ocurrido.
“Pretender cerrar definitivamente los conflictos en una sociedad equivale a querer terminar con los desafíos de la vida”, dijo Capponi. “¿Es posible cerrar los desafíos de un día para otro? Creo que no: nos quedamos vacíos. Por lo tanto, no creo ser pesimista. La sociedad va enfrentando los desafíos que el día a día le va imponiendo. Hace 30 años tuvimos un conflicto. En buena hora que lo tengamos presente para elaborarlo una y otra vez, para que así podamos crecer como sociedad y no volvamos a repetirlo. Este conflicto es una oportunidad para que Chile crezca”.
Cuán válidas son esas palabras de Capponi, dichas a la revista Capital con motivo de la publicación del libro. Esto es lento, es sucesivo, es sin término, y no es la razón instrumental la que nos ayudará, sino la razón reparadora, como expresaba él.
La razón instrumental, agregó, “más típica del hombre, es muy controladora y manipuladora, muy proclive al enunciado de tácticas y objetivos, al análisis de costos y beneficios. En este tema, sin embargo, confío más en la razón reparadora, más propia de la mujer, con una modalidad de pensamiento más intuitiva. Una mujer, por ejemplo, está preocupada del cuidado de un niño así sea que se cumplan o no ciertas leyes universales abstractas. La razón instrumental se propone producir objetos; la razón reparadora se propone dar frutos”.
La búsqueda conecta justamente con esa razón reparadora que sería tan importante que entrara a escena en esta conmemoración de los 50 años del Golpe. La búsqueda está, a mi juicio, en sintonía con esa razón reparadora.
Jimeno y Mohor abogan por reparar una vez que se conoce toda la verdad. No se conforman con nada menos que la verdad entera. Solo ella sana, solo ella puede ayudar a cicatrizar, si es posible, heridas tan profundas. La escena final de este libro es la entrega de los restos de Claudio en el Servicio Médico Legal a los hermanos Jimeno y a su madre Isabel Chadwick. Un día frío y lluvioso. “Yo tenía dos años cuando mi padre fue asesinado —leemos—. Este libro muestra mi camino para encontrar mi respuesta”.
Asimismo, La búsqueda puede ser el camino de un país. Un camino posible.
Imagen: Fotografías de la familia Jimeno Chadwick.
La búsqueda, Cristóbal Jimeno y Daniela Mohor, Planeta, 2022, 216 páginas, $16.900.