Denise Levertov: poesía, religión, naturaleza y política

En nuestro país se acaban de publicar dos libros de una poeta brillante. Teselas y Este gran misterio conforman un dúo dinámico para conocer y leer esa voz despojada, detenida y contundente.

por Milagros Abalo I 25 Julio 2025

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No había escuchado la palabra Teselas hasta leer el título del libro de Denise Levertov (1923-1997) recién publicado por Ediciones UDP; palabra que, después supe, significa “pieza de un mosaico”. Según su autora en una nota introductoria, escrita en forma de poema, señala: “Estas teselas no tienen la pretensión / de formar un mosaico completo. / Son apenas fragmentos / compuestos de tanto en tanto / entre poema y poema”. Se podría decir que son algo así como pausas de oxigenación en medio de una escritura madre, y su resultado es tan valioso como delicado.

En este libro traducido por el poeta y editor argentino Gerardo Jorge, están las observaciones y descripciones que la autora, nacida en Londres, va haciendo del mundo desde temprana edad: “Ciertos momentos de la infancia se alojan en la memoria por buenas razones: puede ser su belleza, su dramatismo o su comedia”, escribe, y aquí están esos momentos de escenas familiares como la de una madre leyéndoles alrededor de la chimenea, de juegos en los jardines vecinos, terrores infantiles o el precioso relato un “Amor precoz”, hasta la irrupción de la guerra, que marca inevitablemente el comienzo de la vida adulta, cómo no, seguida de la inscripción en un partido político (PC) a los 16 años. Luego a Denise Levertov, como a veces sucede, se le escurren los ideales, aunque nunca su visión pacifista. Entonces partirá a Estados Unidos, donde conoce a escritores como William Carlos Williams, a quien admiraba profundamente, y se carteaban y veían de vez en cuando, o la amistad que entabló con Lucia Berlin en los años 60, a la que ayudó en varias situaciones complejas. En este país, por cierto, será donde la poeta muere.

Teselas se lee como un libro de memorias. De hecho, el subtítulo es Memoria y suposiciones. Fragmentos en prosa de una línea del tiempo no lineal —como toda memoria—, pero que vistos a lo lejos conforman la totalidad de una experiencia muy consciente del mundo, y que leídas atentamente encuentran correlato en algunos de sus poemas, los que tocan la infancia, la guerra, la madre: poemas hondos y cotidianos llenos de secreta humanidad, en hermandad con las piezas de su mosaico biográfico.

A esta publicación se suma un libro que la editorial valdiviana Komorebi acaba de sacar, traducido por la poeta Verónica Zondek con el título Este gran misterio, y que corresponde a los últimos poemas que Denise Levertov escribiera antes de su muerte, en los años 90, período en el cual se habría convertido al catolicismo. Sin duda hay un tono religioso en el libro, pues aparecen en su universo y con mayor énfasis palabras como dios-fe-cielo-eternidad, aunque de seguro todo venía escribiéndose aisladamente en poemas anteriores, como por ejemplo “Salmo de la ciudad”, donde habla de la “otredad sagrada”. Quizás en Este gran misterio, considerado su “testamento poético”, lo que hace es intensificar lo que en su visión venía incubándose.

En el libro hay un largo poema sobre los pies que, pensado en clave religiosa, podría asociarse con el espíritu de la imagen de Jesús lavando los pies a sus discípulos. Acto de amor, ofrenda de un andar cristiano, un ponerse en los pies del otro. Poema que, por cierto, se inicia con el recuerdo de uno de Pablo Neruda que la autora alguna vez leyó.

¿De qué manera la muerte habrá jugado un papel en dicha intensificación?

Es plausible suponer que tiene el rol de un activo presentimiento y, al mismo tiempo, decir que eso forma parte de otro gran misterio.

En el poema “Primer amor” habla de la Creación a través de una flor, diría entonces que es la presencia de la naturaleza lo que en realidad constituye el gran Dios en el que creer o por lo menos su heredera principal. Fusión parecida se palpa en los poemas de Emily Dickinson, aunque menos mundanos o contingentes por su época y estilo de vida, claro, pero donde las imágenes de la naturaleza se articulan como traductoras de lo divino.

La observación que Denise Levertov va haciendo de las montañas, ramas y flores tiene un componente espiritual, una suerte de secreta comunión entre lo observado y su modo de observación. Por ejemplo, la visión de la luz en el poema “Ese día”, que la envuelve a ella y a su madre como cubriría el manto del espíritu santo, y que al mismo tiempo revela algo, quizás una presencia a la que volver y creer. Un resguardo también ante la hostilidad del mundo que no ceja ni deja de ser señalada por su autora. En la translucidez, la poeta también percibe a los resucitados.

En el libro hay un largo poema sobre los pies que, pensado en clave religiosa, podría asociarse con el espíritu de la imagen de Jesús lavando los pies a sus discípulos. Acto de amor, ofrenda de un andar cristiano, un ponerse en los pies del otro. Poema que, por cierto, se inicia con el recuerdo de uno de Pablo Neruda que la autora alguna vez leyó, aunque no recuerda. Verónica Zondek aclara que corresponde al poema “Apogeo del apio”, de Residencia en la tierra. En un registro completamente distinto, pues Neruda escribe con palabra torrencial, el poema sobre los pies del apio, su caminar, su visita como huésped en la casa, habría inspirado a Levertov.

Su fase como ensayista es brillante y combativa, hiperconsciente de los extravíos del mundo y del poder que puede tener la palabra para morder canillas. Es imperiosa en señalar que vida y arte están siempre entramadas y que la poesía es también un asunto político.

La visión de la humanidad que tiene la poeta es compasiva. Por eso nunca renuncia a revelar, en pequeños gestos, los momentos en que el mundo pierde esa dirección. En el poema “El palacio del poodle” muestra en la risa de un taxista hindú la visión de la indigencia, y el modo en que lo hace aparecer es magistral. La crítica a la guerra, además, se suma e infiltra en otros poemas, y el silencio de Dios brilla por su ausencia; en cambio solo nuestras palabras son “un modo de preguntar y responder”.

A partir de esto, hay una segunda fusión dada por el cruce entre el misterio y la palabra, siendo el poema a ojos de Levertov, una encarnación de lo espiritual y por ende aquello que nombra como presencia. “Es el paraíso y el paraíso / es una especie de poema; tiene / las características de un poema: / inspiración; comenzar con lo dado; / armonías inesperadas; revelaciones”.

Denise Levertov hizo una elaboración intelectual y lúcida de los procesos de escritura. Conocido es su ensayo sobre la forma orgánica, presente en el libro Pausa versal. Su fase como ensayista es brillante y combativa, hiperconsciente de los extravíos del mundo y del poder que puede tener la palabra para morder canillas. Es imperiosa en señalar que vida y arte están siempre entramadas y que la poesía es también un asunto político. Escribió: “En tanto la poesía tenga una función social, esta será despertar a los que duermen usando otro medio que no sea la conmoción”. Se refería a la forma, la reflexión que Levertov hizo y sostuvo fue de qué manera se puede escribir despojando a la forma de su violencia, de su “conmoción”.

Teselas y Este gran misterio son un dúo dinámico para conocer y leer esa voz despojada, detenida y contundente de una autora brillante. Me consta, además, que en Chile hay harta gente, sobre todo joven, interesada en su obra. Por eso ambas publicaciones merecen un jubiloso festejo.

 


Teselas. Memorias y suposiciones, Denise Levertov, Ediciones UDP, 2025, 186 páginas, $19.000.


Este gran misterio: últimos poemas, Denise Levertov, Komorebi, 2025, 108 páginas, $12.000.

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