El Ruido

por Milagros Abalo I 12 Mayo 2025

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El Ruido reclama atención, darse vuelta, mirar aquello que suena, ponerle cara, cuerpo, imagen: un taladro, una bocina, un ladrido WOF (Deleuze decía que el ladrido era “la vergüenza del reino animal”), un tubo de escape, teclas y más teclas. Todas las máquinas del Ruido y del mundo en concierto. Ruidoso como el lenguaje de la actualidad, un lenguaje sin articulación de palabras, menos de amor. Alguien decía por ahí que esta ya no es la sociedad de la imagen, sino del ruido, y es probable. La bazuca del soplador de hojas arma un minitornado en el aire de las veredas.

El Ruido queda en el cuerpo, un rato, mucho rato, años, como el miedo. Trauma y Ruido van de la mano. Su nombre Ruido, su apellido Ruidoso: un arquetipo que está en el aire, de tan persistente, se ha hecho carne. Sabido es que la exposición prolongada al Ruido causa estrés, los músculos se tensan, aumenta el nerviosismo. El Ruido lo inunda todo, spam ambiental, no tiene punto ciego, podemos taparnos los oídos, pero atraviesa los poros, como una vibración, te sigue, te persigue, se mete, lo del Ruido es la repetición, TACATACATACATACA.

En estos tiempos el celular es bluetooth y parlante de las expresiones del Ruido: ahí está, ohhhhh, cacha, no movái la cámara conchatumadre. Escuchamos conversaciones por todos lados. En los espacios cerrados, como en el metro o los buses, llega al sumun, aló, ke hablái como vío. Van todos con sus teléfonos abiertos como televisores encendidos y si alguien pide bajar el volumen, el Ruido contesta subiéndolo, sin bozal ladra y dice que va en su metro cuadrado y que en su metro cuadrado puede hacer lo que se le venga en gana, dan ganas de ponerle un tatequeto. La imagen del metro cuadrado sintetiza cierto espíritu de los tiempos y la situación en la que se inscribe el arquetipo del Ruido, como si ese metro cuadrado no estuviera inserto en un metro común y no fuera sino una ocupación momentánea del espacio. En el Ruido todo es público y reclama su público. Tiene algo porno. Las redes son Ruido y la música suena dura y ruidosa en su interferencia: Déjate llevar, mamacita, yo te doy lo que quieras / Yo te compro las carteras. Mucho ruido y pocas nueces.

En salas de cine o conciertos intensos estallidos aislados, COF, COF, toses, paquetes de galletas, de cabritas KRKRKR, sorbos FUUUUU (tiene algo infantil el Ruido), PIN de wasaps. Interesante sería proyectar una película muda y observar el comportamiento del Ruido.

El Ruido es un ‘sonido inarticulado, no deseado, perturbador’. Viene del latín rugitus. Tiene tantas acepciones como formas, aunque la que más abraza es ‘sonido sin armonía’. Lo que desespera del Ruido es su falta de armonía y de ritmo. El sonido, por más fuerte que sea, mantiene cierta armonía, incluso la palabra ‘sonido’ es más armónica que la palabra ‘ruido’. El Ruido es destartalado, repetición chatarra de vocales abiertas, de iniciales mayúsculas.

El Ruido ignora que estamos de paso, no piensa en civilización piensa en individuo. (Asociación libre: Nicanor Parra tiene un poema magistral titulado “Soliloquio del individuo”). Ay del Ruido más feroz, el de la guerra, queda incrustado en el ADN de generaciones.

El Ruido es un “sonido inarticulado, no deseado, perturbador”. Viene del latín rugitus. Tiene tantas acepciones como formas, aunque la que más abraza es “sonido sin armonía”. Lo que desespera del Ruido es su falta de armonía y de ritmo. El sonido, por más fuerte que sea, mantiene cierta armonía, incluso la palabra “sonido” es más armónica que la palabra “ruido”. El Ruido es destartalado, repetición chatarra de vocales abiertas, de iniciales mayúsculas. Alta voracidad y la boca te queda aonde mismo.

Claudio Bertoni tiene un poema que se llama “¿Qué ruido haces?”, en el que enumera un universo personal de ruidos humildes, bajos, silentes. Las flores son silenciosas, en parte ahí radica su belleza. El silencio ha pasado a ser un bien en vías de extinción, quizás se le teme porque se piensa que es incómodo. Se ha vuelto resistencia y lujo. El sonido del agua, un oasis.

Cuando las cosas producen Ruido en la cabeza, persisten como una palpitación que desvía y desconcentra, molesta como un corte en el dedo al lavar la loza. Voz interior que comanda acciones, repetitiva como un reel. Escribió Roberto Merino: “Esa voz que no habla de nada específico y que parece emitir fragmentos ansiosos, disparados con la persistencia repetitiva y la sonajera de las pelotas de flipper”. En ocasiones quizás el Ruido exterior sirva para aplacar el interior. El Ruido tiene eco, retumbe, y cuando es interior siempre va más rápido que nuestras posibilidades, gran Ruido el de la mente, se multiplica como “pelotas de flipper” por los hemisferios norte, sur, este, oeste, en exigencias y exageraciones, machaca que te machaca, no se cansa, es lo único que a estas alturas no se cansa.

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