En la Tierra somos fugazmente grandiosos confirmó a Ocean Vuong como una de las voces más originales y líricas de la literatura vietnamita-estadounidense. La novela repasa los hechos que llevaron a una familia a varar en Estados Unidos, marcados por las cicatrices de la Guerra de Vietnam, la pobreza y los recuerdos de un país irrecuperable.
por Rodrigo Olavarría I 27 Enero 2021
En los últimos años no solo se ha vuelto recurrente la figura del autor o autora estadounidense de origen vietnamita, a estas alturas quizás debiéramos considerar un fenómeno natural el proceso según el cual un país con una política militar intervencionista se ve forzado a acoger precisamente a las personas que antes bombardeó, para ser testigo, una o dos generaciones después, de cómo estas empiezan a figurar en la escena cultural. Observando el fenómeno con más detención podríamos incluso afirmar que, tal como 1922 constituye el annus mirabilis de la literatura anglosajona, gracias a la publicación de La tierra baldía de Eliot, El cuarto de Jacob de Virginia Woolf y Ulises de James Joyce, el año 2016 reviste la misma milagrosa importancia para autores de origen vietnamita-estadounidense. Ese año Viet Thanh Nguyen recibió, entre otros reconocimientos, el premio Pulitzer de ficción por la novela El simpatizante; Lily Hoang publicó A Bestiary, su celebrada fusión de novela y ensayo; Vi Khi Nao publicó la lírica y catártica Fish in Exile, y el autor de la novela que hoy nos ocupa publicó su primer libro de poesía, Night Sky with Exit Wounds.
Poco después de que este libro viera la luz, Viet Thanh Nguyen señaló: “Ocean Vuong es el Walt Whitman de la literatura vietnamita-estadounidense. Lírico, expansivo, sexual, provocador, canta el cuerpo vietnamita y la historia vietnamita”. Si alguien pensó que Nguyen exageraba, la aparición de En la Tierra somos fugazmente grandiosos, a mediados del 2019, disipó las dudas y cimentó la presencia de Ocean Vuong (Ciudad Ho Chi Minh, 1988) como creador de una voz literaria tímida, que parece apenas atreverse a alzarse, pero en la cual cada palabra es dispuesta para reaparecer, asociarse a otras y crear un remolino donde las vidas del protagonista, su madre, su abuela y todo Vietnam se entremezclan con escenas de la pobreza que vivieron al llegar a Estados Unidos.
Esta novela es una carta de amor a la madre, una que nunca será enviada o leída, porque la destinataria es analfabeta. El autor de esta carta, que a ratos parece una oda, es un joven vietnamita-estadounidense a quien su abuela llama Perro Pequeño. La novela repasa las vidas de la abuela, Lan; la madre, Hong o Rosa, y Perro Pequeño, y los hechos que los llevaron a varar en Estados Unidos, marcados por las cicatrices de la Guerra de Vietnam, la pobreza, el desorden de estrés postraumático que padece la madre tras ver su escuela bombardeada con napalm cuando era niña, el maltrato que esta inflige en su hijo y los recuerdos de un país irrecuperable.
La madre de Perro Pequeño trabaja haciendo manicuras en un salón de belleza de Hartford, Connecticut, una ciudad del este de EE.UU. con una gran población de inmigrantes vietnamitas, donde apenas gana lo suficiente para mantener a su madre y a su hijo. Quizás los episodios más conmovedores ocurren cuando el niño acompaña a su madre y su abuela al supermercado y les sirve como intérprete en su todavía balbuceante inglés.
Por otra parte, la literalidad de la traducción de Jesús Zulaika, la forma rutinaria en que despacha la prosa de Ocean Vuong hacen necesario volver a las palabras de Kate Briggs y su afirmación, inspirada en Barthes, sobre la traducción como una forma anhelante de reescribir o apropiarse de algo que no pertenece al traductor. Me refiero a una forma de entender la traducción como una experiencia vinculada al deseo y a una relación amorosa entre traductor y texto, algo invisible en el tratamiento que Zulaika imprime a las bellas y dolorosas oraciones de Vuong. Esta traducción una y otra vez aplana el lirismo de esta prosa y renuncia a los múltiples significados que esta teje. Sin ir más lejos, esto es evidente en la mecánica traducción del título On Earth We’re Briefly Gorgeous, donde el traductor convierte gorgeous (hermosos, bellos, preciosos o incluso maravillosos) en grandiosos, neutralizando el tono quizás por temor a la cursilería. Y este detalle quizás sea importante, porque en esta novela de Ocean Vuong no veremos ningún temor a sonar cursi ni tampoco un asomo de ironía, solo una entrega total al torbellino de la historia, así como a los lugares y personas hacia los cuales el poder de este torbellino nos arroja.
En la Tierra somos fugazmente grandiosos, Ocean Vuong, Anagrama, 2020, 232 páginas, $25.320.